sobre el nombre de Dios

enero 21, 2019 Comentarios desactivados en sobre el nombre de Dios

Para Israel, y probablemente, para los pueblos de la Antigüedad, el nombre designa la esencia de lo nombrado. No es tan solo un post-it. En este sentido, resulta significativo que el nombre de Dios —YWHW— sea, si lo pensamos bien, un nombre que no funciona como tal. Como es sabido, cuando Moisés se pregunta en nombre de quién tendrá que dirigirse al faraón, Dios responde diciendo aquello yo soy el que soy (aunque también podríamos leer yo soy el que seré). Como si Dios tuviera pendiente, precisamente, su modo de ser. Soy el que está por ver. Es desde esta óptica que debemos entender la confesión cristiana. Pues el cristianismo proclama que Jesús es el nombre de Dios. Esto es, su quien —su modo de ser— y no tan solo aquel que representa una esencia paradigmática, ya establecida de antemano. Ni siquiera si esta esencia es la de la bondad. Desde el punto de vista bíblico, Dios, tras la caída, sufrió una brutal crisis de identidad. De ahí que solo por la entrega incondicional de quien murió como si no hubiera Dios —solo porque el crucificado se abandonó a un Dios herido de muerte—, pudo Dios reconocerse de nuevo en el hombre. Únicamente en el centro de la Historia, Dios llegó a ser el que es. Para una sensibilidad tópicamente religiosa, el kerygma cristiano no deja de ser un escándalo. Pues que Dios no sea aún nadie con anterioridad a la cruz es algo que no termina de cuadrar con la idea de un dios que, desde la alturas, tutela nuestra existencia.

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