cristianismo trans

julio 31, 2022 § Deja un comentario

A los antiguos, que Dios se hiciera hombre —y no solo se vistiera como tal— les debió parecer tan aberrante como a muchos hoy en día la posibilidad de un cambio de sexo. ¿Un hijo transformado en hija? ¿Un padre, en madre? Más aún, si tenemos en cuenta que la transformación de Dios implicaba un cambio de naturaleza: como si tu hijo decidiera convertirse en mascota.

Con todo, el problema aquí reside en partir de la distinción de naturaleza entre el hombre y Dios. Pues la encarnación no se entiende —o se entiende mal— si no tenemos en cuenta que Dios aún no es nadie con anterioridad al fiat que se pronunció en el Gólgota. El hágase de la creación encuentra su envés en el hágase del crucificado.

Agustín

julio 30, 2022 § Deja un comentario

Interior intimo meo, dijo Agustín. Y muchos se quedan ahí, dejando a un lado la segunda parte: et superior summo meo. Traducción: lo más íntimo es lo más extraño —lo que no podemos aceptar como propio al ser tan fascinante como repugnante—. Llevamos dentro al leproso que despreciamos, por así decirlo. No hay mayor intimidad que la que nos arroja fuera de nuestra intimidad. Sin embargo, muchos creyentes se dirigen a Dios como si fuera simplemente un padre virtual. Y necesitan que siga siéndolo. Pues si, de repente, se apareciese —si se hiciera carne— difícilmente podrían admitirlo como Dios. Y menos, si los pusiera en cuestión. Su relación con Dios es análoga a la que podrían mantener con un confidente por email, sin saber quién es, ni cuál es su rostro. De ahí que la condición del intimar —o cuando menos, de este intimar— con Dios sea la negación de Dios —de su existencia o incorporación—. Dios no debe hacerse cuerpo, si de lo que se trata es de congeniar con Dios. No es casual que el psicoanalista permanezca detrás de su paciente.

creación y actos del habla

julio 29, 2022 § Deja un comentario

Como es sabido, Dios creó el mundo por medio de un acto del habla. Y Dios dijo: hágase la luz —y hubo luz—. Como si el poder original fuese el de la palabra, aquel capaz de crear desde la nada. Un acto del habla es aquel por el que la palabra constituye el hecho al que aparentemente remite: como cuando el jefe —esto es, no cualquiera— dice: la reunión ha terminado… y por eso mismo la reunión termina. Incluso teniendo una franja horaria asignada, la reunión no acaba mientras el jefe no lo diga. Sencillamente, nadie se levanta antes.

¿Qué se nos está diciendo aquí? Por un lado, que nada es —nada es visto, nada aparece— hasta que no es dicho. Si vemos el alma como un mar es porque Homero lo dijo primero. Por otro lado, aunque relacionado con esto último, decir la reunión ha terminado —si puedes decirlo— significa la reunión debe terminar ahora. El imperativo recorre cuanto acontece. No hay presente que no apunte a un debe ser así. Pero para entenderlo hay que partir, precisamente, de la nada. Pues solo en relación con una nada de fondo algo se revela, precisamente, como algo —y de ahí la pregunta por qué algo en vez de nada—, lo cual implica que cuanto es se afirma frente a la eterna posibilidad de su aniquilación.

Así, pongamos por caso, no quieres a una mujer hasta que no lo declaras —hasta que no le dices contigo hasta el final—. En principio, creemos que el compromiso expresa el amor que sentimos por debajo. Pero no es así. Ciertamente, por debajo hierven sentimientos. Pero esto son contradictorios y variables. Si digo te quiero y, por eso, te prometo que estaré contigo hasta el fin del mundo… es porque sé que, de aquí un tiempo, podría sentir lo contrario. Incluso en el caso del amor parental hay promesa, aunque implícita. Pues basta con imaginar que tu hija cambia de sexo para caer en la cuenta de que los sentimientos podrían ser perfectamente otros.

pareceres

julio 28, 2022 § Deja un comentario

Es un lugar común admitir, dentro de ciertos márgenes, que las diferentes visiones del mundo se encuentran en el mismo plano. Todas tienen algo que aportar —suele decirse. En esto se basa, precisamente, la tolerancia demócratica. Sin embargo, de la pluralidad de pareceres no se desprende, lógicamente, que todas valgan por igual. Este sería el caso si no hubiera nada que ver. Pero, en principio, hay algo que ver. Así, podríamos decir que una foto de un clavo de la torre Effiel, aun cuando sea, sin duda una perspectiva de la torre Effiel, no vale para enviarla como postal. La visión que tiene un niño de cuanto le rodea no es la misma —no puede serlo— que la de un adulto. Al menos, porque no hay visión que no vaya adherida a un cierto saber. No es la misma la visión del experto que la de quien ignora de que se trata: la del ignorante es, sencillamente, demasiado parcial.

Ahora bien, si lo pensamos bien caeremos en la cuenta de que lo que hay que ver no es, como tal, visible. Por volver al ejemplo de la torre Effiel, cualquier foto que podamos hacer será siempre una foto —una apariencia—, aun cuando tenga sentido decir que hay fotos que serán más completas que otras. Y aquí completo implica desde una cierta distancia. Pero es indiscutible que ninguna foto, por muy completa que sea, será una foto de la torre Effiel, sino siempre una perspectiva. La torre Effiel —lo que, en definitiva, hay que ver— solo es accesible a la razón. Esto es, matemáticamente. De ahí que los antiguos griegos —los inventores de la teoría— creyeran que solo el ejercicio de la razón nos permite trascender los límites de lo que nos parece. Y aquí, como por ejemplo en la esgrima o la carpintería, también hay que tener oficio.

pertenencia o autosuficiencia

julio 27, 2022 § Deja un comentario

Occidente ha estado marcado por dos figuras, la del sabio y la del santo (o lo que viene a ser lo mismo, por dos ciudades: Atenas y Jerusalén). El sabio se caracteriza por su autosuficiencia —por un estar por encima de cuanto (le) sucede. Así, todo desde una cierta distancia (y de ahí su ironía). En cambio, el sentimiento fundamental del santo es el de pertenecer a un otro. Su dependencia es como la del hijo con respecto al padre (y de ahí que su actitud básica sea el de la obediencia, la fidelidad, la misión). Evidentemente, hoy sintonizamos con el sabio. Pues entendemos que hay más libertad en el sabio que en el santo.¿Acaso el envés de la obediencia incondicional a un Padre no fue el Holocausto? Se dirá que el santo depende de un padre bueno, no del heraldo de Ha-Satán. Pero donde creemos en un Dios que es solo bondad, ¿no estamos sustituyendo a Dios por nuestra fe en la bondad?

Sin embargo, la perspectiva cambia donde caemos en la cuenta de que el santo no obedece a voces espectrales, a la manera de un esquizoide, sino a aquel que soporto sobre su espalda, precisamente, el peso de un Dios en falta (y por eso mismo ocupó el lugar de Dios). Dicho de otro modo, su obediencia es, antes que nada, seguimiento. Porque, en definitiva, no hay ningun lugar donde reposar. De hecho, el santo depende de aquellos cuerpos que nadie quiere a causa de su lepra. Como si fueran el cuerpo de Dios. Y esto nada tiene que ver con el fanatismo.

de falacias

julio 26, 2022 § Deja un comentario

Una prejuicio común consiste en creer que hay más verdad en lo que se oculta —este es el caso, por ejemplo, del síndrome intelectual de la confabulación de los pocos— que en lo manifiesto. La habitación prohibida contiene el secreto. Sin embargo, basta con abrir la puerta de la habitación para constatar que no hay secreto. Pues en el caso de que lo haya, esto es, de que haya algo, con el tiempo perderá su aura. Ahora bien, por eso mismo, el secreto —el valor— reside en la superficie, en lo que fácilmente despreciamos por tenerlo a mano.

un ángel en Babilonia

julio 25, 2022 § Deja un comentario

Ayer por la tarde, una anciana se dirige espontáneamente a mis hijas diciéndoles: tenéis que quereros mucho; esto es lo más importante; no hay más. Tal cual. E insistió un par o tres de veces, siempre con una sonrisa. No es que mis hijas se pelearan. Simplemente, estaban ahí. La mujer parecía tener síntomas de demencia senil. Una vez se alejó, no sin que nos deseara la bendición de Dios, les dije a mis hijas que habíamos recibido la visita de un ángel. ¿Por qué?, me preguntó la pequeña. Porque dice la verdad —y porque quiere que seamos buenos—, respondí. Pero no parece que esté muy bien… —insistió—. Es cierto; pero un ángel siempre te dará la impresión de que está «p’allà». Esto es: de que no pertenece a este mundo.

Por otro lado, en donde estamos, hay mucho inmigrante deambulando por las calles. Hace unos días, uno nos detuvo, interpelándonos con tono amenazante. Tampoco parecía en sus cabales. Papá ¿es malo? No, simplemente no sabe adónde ir, ni si comerá hoy. Hay que ponerse en su piel: qué me espera —qué les espera a mis hijos—. Mientras, difícilmente podrá evitar sentir el contraste entre los que pasamos de largo —y vamos de tienda en tienda— y los que, como ellos, no parece que tengan una mejor vida por delante. Es el otro rostro del ángel. En ambos casos, cabe hablar de aparición. Pues no hay aparición que no abrá un paréntesis —que no provoque nuestra inquietud, literalmente—. Entre los dos rostros del ángel anda la existencia creyente. Aunque, sin duda, preferiríamos quedarnos con el de la anciana. Dios abraza, por así decirlo. Pero también molesta. Y mucho.

tres espiritualidades (o cuatro)

julio 23, 2022 § Deja un comentario

Hay una espiritualidad del padre como también la hay de la madre. Con respecto a la primera, nunca terminas de estar a la altura. O lo que viene a ser lo mismo: siempre en deuda. Aquí lo decisivo es responder a una demanda infinita, pues su límite es asintótico: cuanto más cerca, más lejos. La segunda, en cambio, tiende a acentuar la fusión. Pero la fusión, por defecto, no tiene que ver con nosotros. Es otro asunto. La droga también disuelve. Con todo, también podríamos hablar de una espiritualidad de la amistad. Un amigo no te juzga, está ahí. Aunque ello no quita que no pueda decirte las cosas por su nombre. De hecho, te las dirá. Pero sin que, al decírtelas, quede comprometida la amistad. Hasta aquí hemos llegado: pidamos otra cerveza. Quizá la paz tenga más que ver con la amistad que con un volver a la matriz. En la matriz no hay, de hecho, nadie. No obstante, como decía Levinas es el tercero en discordia —el excluido— el que nos desplaza hacia el padre, más allá del cículo de la amistad, fuera del jardín. Entre una y otra, anda la espiritualidad de la compañía.

sergiu

julio 22, 2022 § Deja un comentario

En la música no se trata de experimentar la belleza, sino la verdad. La belleza es sólo el anzuelo.

Sergiu Celibidache

la ironía del cristianismo

julio 21, 2022 § Deja un comentario

La resurrección es la piedra angular del edificio cristiano. Como dejó escrito Pablo, si Cristo no ha resucitado, vana es nuestra fe. Hasta aquí nada nuevo. Pero este es precisamente el problema. Pues la sentencia paulina, donde no sabemos qué hacer con el hecho de la resurrección, está muy cerca de decir que la fe es un absurdo. Es como si alguien nos dijera que el mundo tiene remedio porque existen los elfos. No hay que estar muy despierto para darse cuenta de que lo que nos está diciendo es que el mundo no tiene remedio. Quizá no sea casual que muchos hayan visto en el cristianismo la raíz del nihilismo. Y puede que la deriva nihilista sea inevitable donde seguimos ignorando que no hay otra realidad que la imposible.

fase terminal

julio 20, 2022 § Deja un comentario

El cristianismo no se entiende si no es desde la fase terminal. Pues estrictamente no es solo una moral —no nos dice qué normas debemos seguir para alcanzar la plenitud—, ni tampoco solo un saber —hay un Dios que cuida de nosotros como si fuera nuestro padre, etc. Y es que en fase terminal, esto es, cuando apenas nos queda tiempo por delante no hay moral ni saber que se mantengan en pie. Tan solo cabe confiar o, lo que viene a ser lo mismo, esperar en nombre de. Y más si esta esperanza apunta a un volver a empezar frente al eterno retorno de lo mismo. De ahí que lo primero sea el seguimiento y no la adhesión a un corpus de verdades. Con todo, habrá un momento que uno tendrá que responder: y tú quién dices que soy yo.

Kafka y Ovidio

julio 19, 2022 § Deja un comentario

En Kafka y Ovidio, se trata de la transformación. Sin embargo, mientras en Ovidio, la transformación afecta a cuanto es, en Kafka, solo al individuo Kafka. Ovidio es paganismo crítico, por así decirlo. Y es que si todo se transforma, entonces no hay propiamente dioses (ni árboles, ni pájaros…). O, si se prefiere, todo está impregnado de divinidad —incluso los dioses pueden transformarse en montañas—, que para el caso es lo mismo: si todo es divino, nada es divino. A lo sumo, circunstancialmente divino (y por eso mismo, no lo es). En cambio, la metamorfosis kafkiana transforma al sujeto en lo que realmente es: un insecto que hay que eliminar. Aquí no queda resto de paganismo. El desiderátum clásico —llega a ser el que eres— adquiere en Kafka un giro imprevisto (de hecho, con el judaísmo: Kafka, como sabemos, fue judío). Pues en el fondo eres algo peor que un don nadie: una cucaracha. Ante la figura del padre no es que seamos poca cosa —esto aún sería pagano—, sino que somos dignos de ser pisoteados. En su inconsciente, Israel siempre creyó que el tirano tenía razón. De ahí que su supervivencia dependiera de reconocer a Dios en los nadie (y esto equivale, como es obvio, a negar la divinidad del dios natural). Feuerbach diría que nos hallamos ante una típica proyección —si soy un mierda, fantaseo con un dios que come mierda—. Pero también podríamos decir que, a pesar de la proyección, Israel dio en el clavo. Quizá Einstein diera con sus ecuaciones en un estado de ebriedad. Pero lo cierto es que, de haber sido así, seguirían funcionando como válidas.

Gn 18 1-10

julio 18, 2022 § Deja un comentario

Como es sabido, los tres visitantes, a los que Abraham acogió, le anuncian lo imposible, esto es, que cuando vuelvan, al cabo de un año, Sara habrá tenido un hijo. Y es imposible porque, como también sabemos, Abraham y su esposa son ancianos. ¿Qué se desprende del relato? En el fondo, que la hospitalidad es fértil, más allá de cualquier pronóstico. Ahora bien, uno es hospitalario cuando acoge —esto es, sin miedo o temor— al extranjero, al extraño u otro, aquellos, en definitiva, con los que Dios se identifica. Así, en vez de retroceder con precuación, Abraham ofrece alimento y refugio. Se trata de una variante del aquí estoy con el que Abraham respondió a la primera invocación de YWHW. De hecho, solo ante Dios —ante su aparición como indigente— podemos encontrarnos en donde estamos. Y por eso mismo, cesa toda inquietud —cualquier búsqueda. En su lugar, un tener que responder. Ciertamente, nos hallamos lejos del territorio de la fusión.

en breve

julio 17, 2022 § Deja un comentario

Que en verdad Dios se identifique con los nadie es un modo de decir que Dios no es nadie. O mejor dicho, nadie aún. De ahí que cuando nos dirigimos a Dios lo que deberíamos escuchar, más bien, es una interrogación (y no precisamente pronunciada con voz espectral): ¿y tú quién dices que soy yo? Pues de la respuesta dependerá —pues Dios así lo quiso— el ser o no ser de Dios. Desde la óptica bíblica, andamos lejos, por tanto, del dios que se da religiosamente por descontado.

iluminaciones

julio 16, 2022 § Deja un comentario

Hoy muchos creen a la hinduista. Así, dicen que no hay yo —que nos iremos encarnando hasta agotar el karma que llevamos dentro para, de este modo, pasar a la otra dimensión… en donde no hay tiempo y, por consiguiente, nadie. Sin embargo, si al final el yo se disuelve como azúcar en el café, ¿a quién le importará?; ¿quién podrá decirse a sí mismo ya está, ya lo he conseguido? ¿Y no es este desiderátum algo muy parecido a querer morir? Me atrevería a decir que lo que distingue la espiritualidad bíblica de las de corte hindú es, en el fondo, la cuestión que está en el aire, a saber, qué vida pueden esperar aquellos a los que se la arrebatamos, injustamente, antes de tiempo. Y aquí las víctimas tienen un nombre. Estamos lejos, por tanto, de aquello de que cada palo aguante su vela.

de la búsqueda de Dios

julio 15, 2022 § 2 comentarios

Hay quienes van en busca de Dios. Pero no encontrarán a Dios hasta que no fracasen en su búsqueda de Dios. En cualquier caso, y con respecto a este asunto, quizá sea mejor o más espontáneo ir en busca de la verdad —¿de qué va todo esto? Pues desde la inquietud por lo que tiene lugar y no simplemente pasa es posible que acabemos topando con Dios. Aun cuando no sea el Dios con el que preferiríamos topar. Y es que ¿puede haber otra epifanía que la de los nadie?

about Buber

julio 14, 2022 § Deja un comentario

Martin Buber dijo en su momento que la enfermedad espiritual de nuestro tiempo consiste en no poder evitar preguntarnos qué estamos haciendo cuando nos dirigimos a Dios. Es lo que tiene ser hijos de la sospecha antes que del asombro. Con todo, esto del dirigirse a Dios hunde su raíz en lo corporal, por así decirlo. En la mayoría de las ocasiones no nos dirigimos a Dios, sino a nuestra imagen de Dios. Pero hay veces en que la oración no se decide desde nuestro lado. Son aquellas en la que la invocación nace de las entrañas, bien como clamor, bien como agradecimiento. Y aquí Dios es Dios, esto es, la ignotum X de la existencia. Al fin y al cabo, o estamos abiertos o incurvatus in se. Trauducción: o expuestos a una alteridad que como tal es un eterno porvenir y, por eso mismo, no es aún nadie (y de ahí que su envés sea el de los nadie); o encerrados en nuestras representaciones de Dios (o si se prefiere, de lo último).

del poeta y las palabras

julio 13, 2022 § 1 comentario

¿Decir te quiero? No es suficiente. O no lo es, donde cabe decirlo. Aunque sea verdad. Las grandes palabras necesitan volver a ser dichas de otro modo. Pues con el uso se desgastan. Como los cuchillos, tienen que afilarse de vez de cuando. De ahí la necesidad del poeta. Pues fue un poeta quien le dijo por primera vez a su amada me has robado el corazón. O aquel que se atrevió a decir, contra el prejuicio religioso, que Dios es nuestro padre.

Mikhail

julio 12, 2022 § 1 comentario

No hay más sufrimiento en el mundo porque hay algunas mujeres y hombres buenos. Mikhail nació en Rusia, pero vive entre nosotros desde hace ya bastantes años. Sobrevive a base de hacer chapuzas, aunque ya tiene unos sesenta largos. Su mujer se suicidó hará unos meses. No pudo soportar la muerte de un hijo a causa de un cáncer. Mikhail de repente se queda solo a las puertas de la vejez y con apenas unos cuatrocientos euros de pensión. ¿Por qué no está en la calle como tantos otros? Porque el dueño del piso en el que vivían decidió que se quedara sin cobrar el alquiler, el cual ya era inusualmente bajo. Así de sencillo. Ciertamente, el dueño, ya jubilado, no lo necesita, aunque tampoco es que nade en la abundancia. Puede que, al fin y al cabo, se trate de la bondad.

dependencia o presencia

julio 11, 2022 § 1 comentario

Es sabido que Schleiermacher, el teólogo prusiano, habló del sentimiento de dependencia como el sentimiento religioso fundamental (Hegel añadió que, si fuera así, entonces el perro sería el creyente par excellence). En los años sesenta del siglo XX, este sentimiento fue desplazado por el de hallarnos en medio de una presencia invisible, lo cual supone un volver a la religiosidad de los espíritus del bosque, aunque en clave de un solo Dios y, además, acogedor. Sin embargo, es posible que Schleiermacher diera en el clavo. Pues donde dejamos atrás el sentimiento de dependencia, ya no hay alteridad que valga. Ahora bien, la cuestión es de qué dependencia estamos hablando. Y no parece que se trate de una dependencia física. En cualquier caso, la de aquel que se encuentra sub iudice ante aquellos que revelan el rostro de Dios. Y esto, ciertamente, es difícil de admitir para quienes aún confíamos en nuestra posibilidad.

el buen samaritano

julio 10, 2022 § Deja un comentario

Hemos escuhado la parábola cientos de veces. Y, por eso mismo, creemos saber de qué va su asunto. Como si se nos dijera que, ante Dios, lo decisivo es la compasión. Y, ciertamente, es así. Sin embargo, es posible que no percibamos el alcance de la parábola donde nos quedamos con esta moraleja. El samaritano era, en la época, un renegado de la fe de Israel, no tan solo un humilde. Un colaboracionista, hubiéramos dicho hoy en día. Imaginémonos, pues, que el escriba y el sacerdote fueran judíos que se dirigen a la ceremonia de la memoria. Aquí el culto no es una rutina religiosa: hay que preservar en el corazón el recuerdo de las víctimas del Holocausto. Y supongamos también que el samaritano fuese, precisamente, alguien que perteneció a los sonderkommandos o al grupo de los kapos de los barracones (por lo común, unos hijosdeputa). El escándalo está asegurado. Desde este punto de partida, las resonancias de la parábola son, sin duda, otras. Y es que nadie desde sí mismo —desde su convicción, por muy legítima que sea— puede asegurar que será capaz de dar el paso.

el carácter espiritual

julio 10, 2022 § 1 comentario

Hay dos tipos de carácter: el interesado en lo material —ganar dinero, prosperar económicamente…—; el interesado por comprender, por las cosas del espíritu, la trascendencia. Esto siempre ha sido así: entre el tener y el ser. Los del primer tipo están interesados en la acumulación. Los del segundo, en soltar lastre —en el desprendimiento. Para los primeros, no hay otra libertad que la del poder. Para los segundos, la genuina libertad es siempre interior, un estar por encima de lo que nos sucede y no importa. Unos consumen cultura (o religión), en el mejor de los casos. Otros, son cultura. Los que triunfan suelen ser del primeo tipo. En cambio, a los del segundo, el triunfo les da más o menos igual. Sin embargo, los primeros son necesarios para que los segundos puedan, precisamente, dedicarse a lo suyo antes de envejecer (o para envejecer antes de tiempo). Pues, de lo contrario, todos aún iríamos por ahí cazando y recogiendo , dejando el asunto del sentido o la verdad para los ancianos.

el cristianismo en clave normal

julio 9, 2022 § Deja un comentario

Un padre es, para el niño, un dios. Sin embargo, tarde o temprano, se revela como un pobre hombre. Su antiguo poder se muestra como el de un fantasma: un poder en falso, un trampantojo, una impostación. El hijo, entonces, puede hacer dos cosas: o despreciarlo, o rescatarlo. En el fondo, el padre solo nos exige una cosa: quiéreme; pues no soy lo que parece. Es, como sabemos, el primer mandamiento. El hijo es fiel al mandato del padre donde abraza su impotencia —su humanidad—. Y por eso el padre llega a ser el que es.

resistencia y sumisión

julio 8, 2022 § Deja un comentario

A veces me pregunto cómo me sentiría si viviéramos en un mundo donde, desde el principio, a los hombres se nos hubiera educado de tal modo que llegáramos a estar convencidos de que no interesaríamos a ninguna mujer a menos que fuéramos capaces de ofrecer un cuerpo sin tara. Imagino que fácilmente me diría a mí mismo que soy más que un cuerpo. Es verdad que los hombres estamos, socialmente, sometidos a otra exigencia, no menos implacable: la de conseguir signos de poder o, como se dice habitualmente, la de triunfar. Ahora bien, no se tratan de exigencias simétricas, dado que el triunfo depende en gran medida de lo que uno hace con las cosas del mundo, por así decirlo, no del cultivo del propio cuerpo, lo que acaba fácilmente produciendo, al menos, una cierta neurosis: como si el trabajo con uno mismo no tuviera otro horizonte que el de ser degustado. Y ahí radica el problema: la mujer sabe que en realidad su cuerpo, en tanto que excesivamente arreglado, no es sincero (de hecho, la palabra sincera significa, originariamente, sin cera, esto es, sin la cera que las mujeres romanas utilizaban como maquillaje). De ahí el temor a cuál será la reacción del hombre cuando lo descubra. Paralelamente, el hombre lo suficientemente lúcido no ignora que todo éxito es un malentendido, por no decir un fraude. En la intimidad, no puede evitar constatar que no acaba de coincidir con lo que representa. Sea como fuere, en ambos casos estamos hablando de unas dependencias que, sin duda, nos esclavizan, aunque, como ocurre con todo, aquí también haya grados.

Diría que es evidente, o casi, que detrás de todo está la biología. Aunque los cánones de belleza femenina han ido variando a lo largo del tiempo, lo cierto es que los rasgos comunes destacan los signos de la aptitud reproductiva. Igualmente, una mujer espontáneamente siempre se sentirá atraída por los hombres que le dan a entender que tienen el poder suficiente como para garantizar la viabilidad de sus hijos. En cualquier caso, la cultura moldea o canaliza estas tendencias básicas, pero no las suprime.

Sin embargo, es igualmente cierto que, como humanos, lo propio es tomar distancia respecto a lo natural. Es decir, no somos el bonobo que somos. No hay ningún bonobo que busque el reconocimiento de los demás. Ciertamente, alguien podría objetarnos que, durante la época de celo, las bestias buscan instintivamente captar la atención del otro sexo. Pero esto nada tiene que ver con la necesidad de encontrar una respuesta a la pregunta por quién soy… que es, en el fondo, de lo que se trata, humanamente hablando. Por eso, el asunto de fondo es en qué dirección debemos tomar distancia de lo natural. Y no parece que esta distancia sea la que debería ser donde el trabajo con nosotros mismos no tiene otra finalidad que la de subrayar la tendencia biológica, asumiendo los patrones culturales vigentes.

La cuestión, sin embargo, no pasa por contraponer sumisión con libertad, puesto que, como sujetos, siempre nos encontramos sujetos a algo. La libertad no consiste en liberarse de todo condicionamiento, al menos, porque esto no es posible. Un pájaro que se dijera a sí mismo que podría volar con más libertad de no darse la resistencia del aire, sencillamente sería incapaz de volar. La cuestión es a qué nos encontramos sujetos, cuál es el imperativo, por así decirlo, que orienta nuestra existencia. Y no es lo mismo encontrarse sometidos al imperativo de tener un cuerpo perfecto que al de, pongamos por caso, dar de comer a los que no tienen pan. Por este motivo, creo que es importante que la escuela insista en la importancia de ir contracorriente, como quien dice, en aras de lo que importa. En este sentido, la escuela es –o debería ser– un espacio de resistencia.

gnosticismo y cristianismo, una vez más

julio 7, 2022 § Deja un comentario

Grosso modo, uno cae en la tentación gnóstica cuando cree que la salvación, hoy diríamos la plenitud, pasa por participar, conectarse, sintonizar con el fondo nutricio de cuanto es, un fondo que, sin embargo, hay que descubrir. Todo pasa, por tanto, por el saber. El horizonte es, en definitiva, el de la unión con lo divino, al fin y al cabo, con su espíritu, fuerza, poder. De ahí la necesidad de diferenciar entre lo que nos parece vital y lo que es realmente vital. Muchas de las espiritualidades tan de moda actualmente son variantes del viejo gnosticismo. Al igual que los libros de autoayuda podrían entenderse como su versión secularizada. Difícilmente debería extrañarnos su éxito. Pues ¿quién no busca una solución?

No obstante, las coordenadas cristianas, a pesar del aire de familia, son distintas. Muy distintas. Y no porque el cristianismo niegue la redención, sino porque la conexión que nos propone es la que cabe establecer con un desconectado. La cruz representa, de hecho, la gran desconexión con lo divino. Y aquí el horizonte no es el de la unión, sino el del encuentro. Pues el encuentro preserva la distancia que supera. No es casual que, para los gnósticos, Jesús de Nazaret fuese un dios paseándose por la tierra, el cual no tuvo otra misión que la de enseñarnos el camino de vuelta a casa o, si se prefiere, un maestro de verdad. En modo alguno, aquel sin cuya absurda fe Dios seguiría siendo un nadie. El acontecimiento del Gólgota nos revela, precisamente, que no hay Dios al que conectarse como quien se conecta a un enchufe. Si hay Dios —si Dios se hizo presente en el centro de lo histórico— es porque el Hijo abrazó el silencio o impotencia del Padre.

Dios en realidad no se halla en su dimensión a la espera del ascenso del hombre. En cualquier caso, a la espera de la respuesta del hombre a su invocación. Pues en esta respuesta está en juego no solo el ser o no ser del hombre, sino también el de Dios. Cristianamente, Dios está lejos de lo magmático o etéreo. Dios en verdad tiene cuerpo —y ya sabemos qué cuerpo. En este sentido, no debería soprendernos que los evangelios, en vez de metodología, ofrezcan seguimiento. No es lo mismo. Pues seguimiento significa, como podemos leer en el libro del Éxodo, que primero obedeceremos y luego ya veremos. La meta nunca fue personal, sino cósmica. Y esto, desde nuestro lado, cuestra de tragar. Nada que ver con el conocimiento de la vía más adecuada para coronar una cima.

el viejo jesuita

julio 6, 2022 § Deja un comentario

Hay creyentes que llevan pegada a la piel la lección de la madre: Dios cuida de nosotros. Él ha puesto ese árbol para que nos dé sombra, me dijo en su momento Richard Gassis sj. Esto es verdad —todo es don—, aun cuando de hecho no sea así. ¿Hay otro modo de interiorizar la verdad que imaginándola? Solo in extremis —esto es, cargando con las cruces de este mundo. Pero, mientras tanto, quizá baste con la superstición. Sobre todo, si añadimos una cierta ironía, esto es, lo dicho: es así aunque de hecho no sea así.

el poder

julio 5, 2022 § Deja un comentario

Quien detenta un genuino poder no atiende a razones. Le basta con sus motivos. No me gusta, no vale. Dios tendría que mostrarse, por eso mismo, como un dios antojadizo. De hecho, esta fue la convicción de quienes, en la Antigüedad, aun sabían en qué consistía ejercer como dios. Que la voluntad de YWHW sea de piñón fijo —que, como decían los profetas, no quiera otra cosa que justicia para los pobres— es algo que debió de sonar raro, cuando menos, a oídos antiguos. ¿Cómo podría tratarse de un dios? La gran intuición bíblica es que el poder de Dios —el último poder— es el de la renuncia al poder en bruto, aquel que se realiza arbitrariamente. De ahí que Dios en verdad esté por encima de su poder o, por decirlo en nietzscheano, de la voluntad de dominio. Un Dios que coincidiera con el poder sería en cualquier caso, un dios, pero no Dios.

el que calla

julio 4, 2022 § Deja un comentario

Para juzgar no es necesario pronunciar. Basta con callar. Es así que Dios nos juzga con su silencio. Ciertamente, quien deja de hablar —quien abandona la cháchara— parece que guarde un secreto. Aunque el secreto quizá sea que no hay ningún secreto. Y esta es la raíz de la melancolía.

Jorge Luis

julio 3, 2022 § 1 comentario

Decía Borges que un poeta descubre asombro donde los demás solo ven costumbre. Bien. Sin embargo, también descubre que no podemos permanecer en el asombro. Y de ahí la necesidad de la escritura. Por tanto, no se trata propiamente de expresarse —¿quién necesita hacerlo?— como de fijar en la piedra, al modo de un escultor, la palabra que no admite paráfrasis. Pues acaso solo podamos ser fieles a lo que tiene lugar y no tan solo sucede recordándolo como aparición. Permanecer en lo real no es, al fin y al cabo, sentirlo siempre —esto, sencillamente, no es posible—, sino fidelidad. Pero, como dijera Holderlin, ¿para qué poetas en tiempos de indigencia? (Y quizá podríamos añadir ¿para no sucumbir del todo?)

de un café con Xavi Casanovas

julio 2, 2022 § Deja un comentario

La fe no es posible. O mejor, no vive de lo posible. Pues si pudiéramos creer, entonces no creeríamos. La esperanza, de estar garantizada por las posibilidades del mundo, queda reducida a una expectativa razonable: creemos saber qué debemos hacer para mejorar la sociedad. Aunque las cosas se pongan cuesta arriba. Sin embargo, la fe nace cuando ya no cabe ninguna expectativa —cuando topamos con el muro de las lamentaciones, por así decirlo—. No parece que haya un más allá del muro. De ahí que la fe, frente a la mera expectativa, apunte a lo imposible. Ahora bien, no apunta a lo imposible porque ya nos gustaría que la película terminase bien. La cuestión es, por tanto, en nombre de qué o de quién cree quien cree verdaderamente Y la respuesta es siempre la misma: en nombre del perdón de nuestras víctimas. Al menos, porque solo desde ese perdón todo comienza de nuevo. Creer significa creer, en nombre de una bondad que tuvo lugar donde no podía haber ninguna bondad, que el verdugo no pronunciará la última palabra. En este sentido, la esperanza creyente es el envés de un mundo que se encuentra sub iudice, esto es, (de)pendiente de. La fe no es, propiamente, una suposición, sino una respuesta confiada a la invocación que nace de dicho perdón. Pues la fe que no responde apenas se diferencia de la iluminación. O del delirio.

Mediterráneo

julio 1, 2022 § Deja un comentario

Un autor no llega a ser un autor hasta que no encuentra a un buen lector. Pues un autor no termina de saber lo que dice hasta que no se lo dice un buen lector. Es el buen lector el que le permite a un autor leerse a sí mismo. El buen lector encuentra lo, literalmente, conmovedor de una obra —y hay pocas que conmuevan—. Un autor díficilmente llega a conmoverse con lo que lleva pegado a la piel desde que fue engendrado, a la manera de los viejos profetas. O mejor dicho, de conmoverse con el hallazgo, en el fondo lingüístico, la conmoción dura poco. Pues le parecerá, al fin y al cabo, obvio. De hecho, muchos de los escritores que se emocionan con su obra no hacen mucho más que descubrir mediterráneos.

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