Platón y el constructivismo

agosto 4, 2022 § Deja un comentario

Como es sabido, la bestia negra de Platón fue el sofista. Escolarmente, tendemos a entender su enfrentamiento como un disputa meramente conceptual. Pero por debajo de la disputa conceptual late la disputa política. Basta con imaginar a Platón en medio de nuestra época twittera. O lo que acaso aún sea peor, en medio de la locura queer y sus mantras (que, por supuesto, no admiten réplica): no hay naturaleza, el sexo es un constructo social; eres trans… si crees que eres trans; tienes que ser fluide… El sofista aplaudiría: nada fuera del lenguaje que sirva como criterio. Es cuanto pueda ser dicho.

El asunto se transforma en político cuando el delirio queer, pongamos por caso, se impone, incluso institucionalmente, como la verdad. Platón fue, en este sentido, un resistente. Como hoy en día, hizo falta echarle mucho valor para oponerse al mainstream. Aunque sea obvio que hay realidad. El que nada sea si no pueda ser pensado, no implica que valga cualquier cosa que se nos ocurra. Lo real, sencillamente, se resiste a la manipulación. Por eso Platón and Co. defendieron que solo cabe trascender el horizonte de las opiniones por medio del ejercicio de la razón. De entre las diferentes fotos del Everest hay fotos más completas —más acertadas— que otras. Puedes dibujarlo como te apetezca. Puedes dibujar una vaca diciéndote a ti mismo que esa es tu visión del Everest. Pero no tienes derecho a imponernos tu dibujito como el único que vale, por mucho que nos digas que tu dibujo nos libera de nuestro hallarnos sometidos al dictado del Everest. Un virus letal puede no ser más que un virus o el síntoma del demonio. Pero en cualquier caso, mata. Si hubieramos creído que los leones de la sabana son simplemente el efecto de un constructo social —y no un peligro real—, probablemente ya no estaríamos escribiendo esto.

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