si tú crees en mí…

julio 27, 2023 § 1 comentario

En el Talmud, hallamos una sentencia que, comentando un versículo de Isaías, si no recuerdo mal, resulta enormemente desconcertante en un primer momento: si tú crees en mí, Yo soy; si no crees en mí, no soy, dice el Señor. Y desconcertante porque no parece que Dios pueda dirigirse al hombre antes de ser, precisamente, alguien. Evidentemente, quien escribe esto no podía ignorarlo. ¿Cómo entenderla, por tanto? ¿Acaso, y según la sensibilidad típicamente religiosa, Dios no es Dios desde el principio de los tiempos? Que no sea con anterioridad a la fe del hombre ¿no implica que Dios carece, en sí mismo, de entidad? ¿Basta con invocar a Dios —basta con sentir que hay alguien ahí arriba que está dispuesto a atendernos— para que, por eso mismo, haya Dios? Pero aquí ¿no estaríamos cerca de darle la razón a Feuerbach?

Ciertamente, según la sentencia, Dios no puede presentarse como el-ente-que-concebimos-como-dios , si su llegar a ser alguien depende del fiat del hombre. Esto es, no podemos dirigirnos a Él como si existiera a la manera de un dios (con minúscula). Dios está más allá de los dioses… en tanto que hay más realidad en el puro haber de Dios —un haber cuyo quién estuvo en el aire antes de la Encarnación— que en el haber de las cosas del mundo, las cuales se hallan sometidas al tiempo —y por eso mismo, están infectadas de no-ser. Es verdad que no hay un puro haber que no exija internamente, por así decirlo, el haber de lo concreto. Pero como también es verdad que hay cosas porque hay el haber en cuanto tal, aunque este último solo pueda revelarse como lo-siempre-dejado-atrás en el haber del mundo. Al fin y al cabo, como (la) nada. De ahí que Dios-en-sí sea propiamente la voluntad —una voluntad que va en busca de su sujeto— que, en el seno de la nada, hizo posible el mundo. Hay mundo porque la nada no es nada. El Sí es el resultado de una doble negación —en bíblico del vaciamiento de Dios en favor de su criatura. La renuncia de Dios hacia el futuro del hombre como el futuro del Dios es Dios-en-sí —en trinitario, el Padre. Y porque en el principio hay una voluntad de existencia, decimos que Dios es el aún-nadie —y no tan solo nada. De Dios, únicamente escuchamos una voz, aquella cuyo eco surge de la garganta de los hambrientos. Hablamos, en definitiva, de una voz espectral —literalmente—, de la voz que va en busca de su cuerpo, y que nos invoca cuando topamos con un silencio y una oscuridad impenetrables, en definitiva, con el puro haber de Dios. O por decirlo en cristiano, cuando topamos con el Gólgota. Cristianamente, Dios, aunque sea, no existe al margen de su hacerse cuerpo. De ahí, el si tú crees en mí Yo soy…

La sentencia del Talmud, por consiguiente, sería algo así como el presupuesto teológico —y por extensión, ontológico— de la Encarnación. Pues la Encarnación no se comprende donde damos por hecho que Dios existecomo dios con anterioridad a su incorporación en el centro de la historia. Antes de la Encarnación, el haber de Dios es un haber sin entidad, un haber que solo puede ofrecérsenos como voluntad de incorporación —en judío, como Ley. Por si aún creyésemos que con solo Buda podemos seguir siendo cristianos.

§ Una respuesta a si tú crees en mí…

  • ajaodemaria dice:

    en lugar de pensar en Dios como una entidad creadora que crea el universo de una vez para siempre y luego permanece fuera del mundo como un espectador impasible, podríamos entenderlo como algo que continúa trabajando a través de los seres humanos y de todo el universo para «dar forma» al mundo

    La observación es de Tomás de Aquino , y es una de sus ideas más importantes, la de la «creación continuada» de Dios

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