tibieza

agosto 14, 2023 § 1 comentario

El triunfo del mercado —que el mercado todo lo infecte— va con la desaparición del cristianismo. Y no —o no solo— porque el discurso cristiano no pueda seguir legitimándose desde los presupuestos de la cosmovisión moderna, sino porque el cristianismo únicamente puede mantenerse en pie —o mejor dicho, sus pecios— como una marca dentro del mercado de las religiones. Su oferta de sentido es, por tanto, una entre otras. Así, en la mayoría de las comunidades cristianas es difícil encontrar al pastor que les diga a sus fieles que vivimos en medio de un combate de proporciones cosmológicas. Y que se lo diga porque cree que es así. Más bien, espontáneamente procurará no espantar al ganado, en definitiva, cultivar las virtudes morales con la excusa de Dios. ¿Su producto? La bona gent. Tampoco es que sea un mal producto. Pero probablemente a la bona gent le falte vigor.

Es verdad que las comunidades que aún intentan tomarse en serio el Apocalipsis pasan inevitablemente por sectarias. Y puede que lo sean. Al menos, porque donde falta reflexión —que es lo habitual—, el vigor es simple empecinamiento. Sin embargo, también es verdad que donde el cristianismo pierde su horizonte apocalíptico —y cuanto implica con respecto a quién es Dios— se transforma en una espiritualidad más. Con todo, la fe —y por extensión la esperanza en la victoria final de la misericordia sobre la impiedad— no se tiene, sino que se decide en los momentos en los que se nos exige dar un paso al frente. Y para eso hay que estar en el frente. De hecho, solo en el frente comprenderemos que el delirante lenguaje de la apocalíptica cristiana acaso no sea tan delirante. Y no porque sus imágenes hayan pasado a ser razonables.

§ Una respuesta a tibieza

  • ajaodemaria dice:

    esto recuerda a la doctrina social de la iglesia católica, como algo que exige un compromiso social. Este punto de vista creció después de la Segunda Guerra Mundial y ha tenido un impacto en la iglesia y en la sociedad

    también la teología de la liberación busca un cambio de consciencia. Para algunos de los pensadores de este movimiento, la fe cristiana exige una transformación social.

    esto implica una transformación de la teología de la iglesia. Nada de que la fe y la espiritualidad deban estar totalmente separadas de la realidad cotidiana

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