Jesús no resucitó
agosto 27, 2023 § 1 comentario
No es lo mismo dar por descontado que caer en la cuenta. Pues donde damos algo por descontado fácilmente creeremos en otra cosa, por no decir en lo contrario. Por ejemplo, todos damos por descontado que nos vamos a morir. Pero hacemos como si no, lo cual no quita que este hacer como si no sea saludable… aun cuando también sea cierto que el hecho de que habitualmente no tengamos presente que vivimos dentro de un plazo dificulta que podamos distinguir entre lo que importa y lo que no.
Podríamos decir lo mismo con respecto a la creencia cristiana. Así, en las comunidades creyentes se proclama con insultante facilidad que Dios se hizo hombre o que Jesús resucitó. Pero, por lo común, quienes lo proclaman no han caído en la cuenta de lo que están proclamando. Pues siguen como si no, al margen de que sean o no buena gente. ¿De verdad que el crucificado es el único Dios? ¿Acaso somos conscientes de lo que supone estar en manos de un Dios? Y si no lo fuéramos, lo cual es lo más probable hoy en día ¿cómo podremos hacernos cargo de lo que implica estar en manos de un Dios crucificado? Más aún: ¿de verdad creemos que Jesús resucitó? ¿Acaso espontáneamente, y como hijos de la Ilustración, no diremos que la creencia en la resurrección de los primeros cristianos fue algo así como una ilusión óptica o un modo de expresar que Jesús seguía vivo en sus corazones? ¿Es que a propósito de las visiones del chamán no decimos que son, precisamente, alucinaciones?
Admitamos pues que, para nosotros, hombres y mujeres modernos, Jesús de hecho no pudo haber resucitado —que Jesús no resucitó. ¿Cómo se nos quedaría el cuerpo? ¿Quizá como el de aquel al que el médico le anuncia que le quedan pocos meses de vida? Y por eso mismo, ¿acaso este caer en la cuenta no nos obligaría a recorrer de nuevo el trayecto de la fe, desde Galilea hasta el Gólgota… aunque sin las apariciones del tercer día? Y al comenzar de nuevo ¿acaso no caeríamos en la cuenta de que nuestra situación es, de hecho, la de los discípulos de Emaús —algunos dicen que Jesús resucitó? ¿Cuanto tardaríamos en comprender a flor de piel que la fe en la resurrección ya no puede partir de las apariciones, sino del espíritu de la resurrección que anima a los creyentes a compartir el pan de cada día —nadie pasará hambre? Y al comprenderlo, ¿no llegaríamos a sospechar, como mínimo, que una fe en la resurrección que no parta de la escena de Emaús —de este com-partir el pan de cada día— es, precisamente, nuestra ilusión óptica, por no decir el modo de enmascarar una arraigada falta de fe? Al fin y al cabo, la fe en la resurrección de los muertos, una vez las apariciones pasan a entenderse como esa experiencia visionaria que culturalmente ya no nos pertenece, solo puede expresarse como esa esperanza que apunta a lo imposible en nombre de.
(Otro asunto es que el cristianismo necesite dar por descontado la resurrección para que, cuando menos, algunos puedan caer en la cuenta. Pues basta con que un resto crea por nosotros para mantener viva la llama. Aunque antes tengamos que apedrearlos.)
Emaús puede ser el lugar donde la muerte de Jesús se vuelve vida
Hablando de memoria, Rosenzweig lo comenta
para Rosenzweig la resurrección de Jesús es una manera de pensar y de recordar. Él habla del concepto de memoria «salvífica» o «memoria salvadora». Esta es una manera de vivir y pensar que se basa en la memoria de los sufrimientos y muertes del pasado, pero que no se queda en la mera lamentación o en la pena