hasta que llegó su hora

septiembre 7, 2023 § Deja un comentario

El rostro es la expresión del alma, decimos. Y lo decimos porque ya quisiéramos que fuese así. De ahí que, en los dibujos animados, la bruja sea fea. Pero no tiene por qué ser así. Y esto es lo inquietante. Que no haya signos definitivos. Un psicópata puede tener perfectamente la mirada azul de Henry Fonda (véase Hasta que llegó su hora). Y es que lo real no es lo que quisiéramos que fuese —y damos por descontado que es—, sino más bien lo que se nos escapa sin remedio, una esencial falta de coincidencia con la apariencia. Lo real, en tanto que desajustado, es de por sí inquietante. Y no hay inquietud si no es en relación con lo inquietante o, cuando menos, su posibilidad. Es la costumbre —incluso la religiosa— la que nos impide situarnos, precisamente, ante el exceso de lo real. Sin embargo, frente a la irrupción de lo real cualquier hogar se revela como un hogar de paja.

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