verdad y devoción
septiembre 10, 2023 § 1 comentario
Una cosa es la verdad a la que apunta el cristianismo y otra la devoción. En la devoción no hay espacio para la pregunta por la verdad: se da por descontada. Hay Dios —y un Dios con el que puedo comunicarme y confiar. El devoto simplemente se limita a circular por el territorio trazado por el código religioso. Y desde este código, todo cuadra, incluso lo que no. La crisis de la devoción es el comienzo de la fe. Pues la fe solo puede darse como el paso hacia un Dios que nos alcanza como nadie-ahí. Nada sabemos acerca de Dios porque de Dios no hay nada que podamos saber —ni nosotros, ni los ángeles. Pues Dios, en sí, es el silencio y la oscuridad que cubre cuanto es. Más allá de Dios, únicamente el Dios-hecho-cuerpo. Ver el rostro de Dios es ver los ojos desencajados de quien topa con la nada de Dios —con su retroceso o negación de sí en favor de lo otro de sí. Tan solo esos ojos, cuando nos miran, tienen el poder de arrojarnos fuera del quicio del hogar. La revelación únicamente se nos da en los Gólgota de este mundo. Todo cuanto quepa decir cristianamente de Dios comienza sobre la cima de un calvario. Ningún dios sobrevive a la cruz de Dios —ni siquiera el de la cristiandad. El creyente que no recorre el mismo camino que recorrió el crucificado, antes que creer, creerá que cree. Aun cuando sea buena gente —lo cual, sin embargo, ya es mucho. La fe, como la revelación, tienen su momento. Y un momento que no va a depender de nosotros. Tras la revelación, ya nada volverá a ser lo mismo. Ni siquiera la nada.
Pero en cristianismo, ¿no es Jesucristo la verdad del que todo cristiano gusrda un profundo respeto?