Indiana Jones
septiembre 17, 2023 § 3 comentarios
Imaginemos que fuese cierto que existiera un dios que se preocupase por nuestra suerte o que simplemente jugase con nosotros. ¿Acaso no investigaríamos más? ¿Es que no intentaríamos contactar con él como los mediums con sus fantasmas? ¿Cómo tomarse en serio a quien dice que cree que hay un dios y, con todo, no busca la manera de topar con él, aun a riesgo de enloquecer? Que la relación con el dios se decida solo del lado de la interioridad —que tengamos suficiente con el coloquio interior— ¿acaso no demuestra, más bien, que estamos lejos de creer en lo que decimos creer? ¿Qué creyente hoy en día posee el espíritu de Indiana Jones?
No salimos de este impasse donde añadimos que no toparíamos con el dios, de topar, como quien topa con un alienígena —o encontrarlo como quien descubre el arca perdida. Pues un dios —se dice— es gigantesco, al igual que somos seres gigantescos para las lombrices… si es que intuyen, cuando menos, nuestra existencia. De hecho, si ellas llegaran a topar con nosotros morirían al instante… (y esto es, dicho sea de paso, lo que solía darse por descontado antiguamente a propósito del encuentro entre los hombres y los dioses, a menos que ellos se rebajaran adoptando nuestro aspecto). Ahora bien, si no salimos del impasse por lo que acabamos de decir es porque el carácter inalcanzable de Dios en verdad no tiene que nada ver con lo gigantesco, sino con su esencial falta de sustancia. Un ente cuyo único exceso o superioridad sea la de lo desmesurado sigue siendo, literalmente, más de lo mismo. En sí, Dios no es aún nadie. De hecho, esta es la única trascendencia: la de un Dios que solo puede darse como su porvenir —como su llegar a ser alguien. Como sabemos, este fue el hallazgo de Israel tras el exilio —el que provocó, precisamente, el desencantamiento del mundo. Y de ahí a confesar que Dios no tiene otro quién que el de un crucificado en su nombre media un paso. Aunque sea un paso de gigante.
Tanto para terminar diciendo que Dios se ha encarnado en Jesús, que murió en la cruz y resucitó.
¿Qué problema tienes con aquellos que rezan a Dios? , ¿no rezaba también Jesús al Padre? ¿Qué mal hay en que haya creyentes que tienen un sentimiento fuerte de que Dios habita en lo profundo de su corazón? ¿Les quieres despertar de su ignorancia?, ¿quieres iluminarles?Parecería que todo tu esqueleto ideológico dependiera, en el fondo, de la actitud religiosa de aquellos contra los que tienes algo. Es que en esto de la fe uno puede malgastar ríos de tinta y no haber dicho nada y liarlo todo, porque poco se puede saber, se sabe lo esencial y con eso basta. Y, sin embargo, seguimos hablando como si supiéramos lo que decimos… Yo me preguntaría con sensatez, ¿cuál es el sentido de mi pensamiento? Y, sobre todo, salir de ese cascarón conceptual para ver lo que hay fuera y seguir aprendiendo escuchando, sobre todo a los que no apetece escuchar porque no sintonizan con lo de uno. El paso de gigante no es más que el paso de la fe, que es un don.
Hola, Iñaki. No tengo ningún problema con los que rezan. Tampoco pretendo «iluminarlos», como dices. Mi interés es el de exponer lo que, según mi parecer, tiene de verdadero el cristianismo frene a la crítica moderna a la sensibilidad religiosa. Y diría que la prueba del nueve pasa por Getsemaní. El Dios que se revela en la cruz no es un dios al uso. Y muchas veces no puedo evitar la impresión que cuando nos dirijimos a Dios al margen de su historia no hacemos mucho más que dirigirnos a un dios a medida. Ciertamente, una escritura que pretenda ser significativa es inevitablemente «polémica». Y aquí uno de los «sparrings» es, como intuyes, el cristianismo acomodado. En cualquier caso, solo Dios sabe hasta qué punto creemos en Él.
Lo primero agradecerte sinceramente que me hayas respondido Josep. Puede que no sintonice con tu manera de ver el asunto pero quizá sea en parte porque no llego a comprenderte, por eso te agradezco esta aclaración.
Pensar en Getsemaní y el la cruz para confrontarlo con ese cristianismo acomodado quizá sea partir con ventaja. Además de ser una confrontación dura, me parece que no llega a cambiar nada, sino a hacer que cada parte se mantenga en sus trece. Despertar a ese cristianismo abotargado y comodón pasa, según mi opinión, por mostrar el estilo de vida de Jesús, su proyecto del Reino de Dios, etc… comprendiendo el contexto socio cultural y político contra el que luchó Jesús y, comprender las fuerzas del mal que nos atenazan en nuestro propia sociedad o mundo globalizado para intentar seguir su proyecto en el mundo de hoy.
Sin embargo, hablarles de cruz, de un Dios asesinado, sin relación con el proyecto del Reino, es infructuoso según mi parecer. Digo esto porque entiendo que tu trabajo intelectual tiene de fondo un profundo deseo práctico por ayudar a los demás, no quedándose en un mero ejercicio filosofico/teológico. Un saludo, Iñaki