los atributos de Dios

septiembre 20, 2023 § 1 comentario

Según la teología tradicional —o quizá mejor, tradicionalista— no cabe diferenciar entre Dios y sus atributos. Pues de hacerlo, Dios se encontraría más allá de su misericordia, pongamos por caso. Esto es, no terminaría de coincidir con su carácter misericordioso… lo cual implica decir que Dios, en sí mismo, no termina de ser lo que es. Así, de diferenciar entre Dios y sus atributos, la posibilidad de dejar atrás su misericordia —la posibilidad de convertirse en un Dios sin piedad— estaría anclada en la realidad de Dios… con lo que Dios, estrictamente hablando, no sería bueno: la bondad de Dios permanecería frente a Dios. Para quienes diferencian entre Dios y sus atributos, la libertad de Dios debe comprenderse como la posibilidad de ser de otro modo, una posibilidad que permanecería siempre abierta. Dios es misericordioso porque quiere serlo. Y si tiene sentido decir que quiere serlo es porque podría decidir no serlo. Se entiende, por tanto, que la teología tradicional, en tanto que nunca pondrá en cuestión que Dios sea amor, no esté dispuesta a admitir que Dios pueda renunciar a la misericordia. Desde su óptica, la libertad divina se realiza como un compromiso originario con la misericordia, la benevolencia, la justicia…. Esta libertad consistiría, por consiguiente, en el acto por el que hizo suyas la misericordia, la benevolencia, la justicia… Y por eso mismo podemos decir que son de Dios. En este sentido, Dios es libre porque pudo decidir no ser misericordioso, justo… —y no porque aún podría decidirlo.

Ahora bien, si la libertad de Dios consiste en haberse atado a lo que, desde nuestra óptica, son sus atributos, entonces el riesgo de Dios es que podamos prescindir de Dios. Pues, bastaría con creer que existimos abrazados por una benevolencia de fondo. Hasta podríamos decir que de estas lluvias, los lodos de las espiritualidades sin Dios. Así sería lo mismo decir que Dios es amor que decir que el amor de Dios es Dios. Dios es un amor que desciende, decía Rahner —aunque no solo decía esto, por supuesto. Es verdad que, en principio, no parece que esta convicción suponga ningún riesgo para Dios. Al menos, porque podríamos decir que esto, en realidad, es lo que Dios quiso: que, al renunciar a la posibilidad de la ira, dejáramos de tenerlo en cuenta… como Dios. Pues un Dios es, por defecto, terrible. Sin embargo, el problema de prescindir de Dios para quedarnos solo con sus atributos —el problema de dar por descontado que Dios no puede dejar a un lado su misericordia… porque quiso atarse a ella— es que difícilmente podremos comprendernos sub iudice, esto es, como aquellos que se encuentran bajo la demanda, en el doble sentido de la expresión, de los abandonados de Dios, los únicos que, según la Biblia, son capaces de Dios. Ciertamente, podemos sentir compasión hacia ellos. Pero el hallarnos sub iudice va más allá del sentimiento de compasión… en tanto que donde solo hay sentimiento de compasión todavía seguimos demasiado centrados en nosotros mismos.

Más aún: una vez creemos que Dios se identifica hasta el final con sus atributos, va a resultar muy difícil confesar que el crucificado es el quién de Dios y no aquel que ejemplifica los atributos de Dios, su esencia o modo de ser. Me atrevería a decir que los tiros de la Encarnación no van por ahí. Pues lo que confiesa el cristianismo es que Jesús no fue un hombre de Dios —o el más destacado si se prefiere—, sino el modo de ser de Dios. Cristianamente, el amor de Dios no es independiente de su in-corporación. Si la Encarnación revela el amor de Dios es porque la voluntad de hacerse cuerpo es originaria. Ahora bien, si esto es así, entonces Dios en sí mismo carece de esencia. En tanto que voluntad de salir de sí hacia lo otro de sí —su voluntad de ser alguien—, Dios, estrictamente el Padre, aún no es nadie con anterioridad a la adhesión del Hijo (y por eso mismo, en el Gólgota no pudo hacer más que guardar (el) silencio). Cristianamente, los atributos de Dios se dan en el Hijo. El crucificado, no representa la Palabra de Dios, sino que es la Palabra de Dios. Y esto no parece hacer muy buenas migas con la idea de que no cabe diferenciar a Dios de sus atributos. De hecho, el Padre no podría identificarse con el Hijo si no difiriese del mismo. Aunque el precio de este diferir sea, precisamente, su kénosis.

§ Una respuesta a los atributos de Dios

  • Iñaki dice:

    Hola Josep, dice Juan en su evangelio que Dios es amor.
    Esto hace pensar quizá que Dios no sea omnipotente, porque no puede dejar de amarnos, no puede mentirnos.
    Pero si de aquí damos el salto a sentirnos liberados de una manera de vivir responsable y comprometida con el seguimiento a Jesús, no lo estamos entendiendo bien, a menos que pensemos que, como somos pecadores sin remedio y Dios es bueno, a pecar entonces. Pero me cuesta pensar que la mayoría pensemos tan equivocadamente nuestra fe.
    Por otro lado, sin saber lo que decimos, intuyo que sólo el amor puede ser eterno.

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