de la cháchara y la cópula

octubre 28, 2023 § Deja un comentario

Toda afirmación es cháchara, un hablar por hablar. Basta con tener en cuenta que nada se nos muestra en estado puro. Nada termina de ser lo que nos parece que es. No hay amor —no hay entrega— que no incluya su contrario. La trampa reside en la cópula. Pues afirmar —esto es así o asá— supone un juzgar antes de tiempo. Y quien juzga antes de tiempo se equivoca. No acabamos de saber de qué se trata en cada caso. Sin embargo, preferimos ilusionarnos, creyendo que la cópula garantiza que lo que vemos es tal y como nos gustaría que fuese. Incluso hubo unas dosis de inercia donde, siendo incapaz de orar, Óscar Romero siguió multiplicando el pan de cada día para dárselo a los que no tenían pan.

De ahí que Israel acaso diera en el clavo resistiéndose al presente indicativo. Hasta el punto de que, con respecto a Dios, prevalece el será —el porvenir. ¿Qué es —qué revela— el gesto de Romero? En principio, la santidad. Pero ya se verá. Esto es, Dios dirá —juzgará. No poseemos la balanza que nos permita dar con la medida. La diferencia entre el escepticismo socrático y el de Israel reside en que este último apunta a una última palabra —a un juicio final. Sin embargo, proceden de la misma constatación.

El brillo nos seduce. Y al seducirnos, nos ciega. El lenguaje —el ir más allá de la denominación por medio de la cópula— siempre fue un modo de prescindir de Dios. La confusión de lenguas se halla inscrita en el seno de cada lengua. Con todo, si no le hubiéramos dado la espalda a Dios, seguiríamos siendo unos monos, los cuales, como sabemos, son capaces de utilizar los colores como nombres, pero no de copular, de ver una cosa como otra. Y quizá por eso mismo, el lenguaje, al alejarnos de Dios, contiene la posibilidad simbólica de un regreso. Aunque, desde nuestro lado, siempre nos quedaremos a medio camino.

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