el tinglado

diciembre 7, 2023 § Deja un comentario

Hoy en día, la creencia en Dios le debe mucho a la sugestión. En el fondo, se trata de un ver como, aunque, en este caso, quizá deberíamos decir de un como si: como si hubiera un Dios. Es cierto que ver es siempre un ver como. No vemos hechos químicamente puros, sino siempre hechos cargados de un cierto saber. Quien ve un matraz —y lo que ve porque posee, al menos, un cierto conocimiento de química— no ve una botella de cristal y luego la interpreta como matraz: directamente ve un matraz… y no puede dejar de verlo. Pues se le presenta como tal. Algo parecido podríamos decir con respecto a la experiencia de lo divino de los tiempos premodernos. Otro gallo nos canta hoy en día. Pues, al no darse Dios por descontado, el que veamos el mundo preñado de Dios corre a nuestro cargo. La cosa no tendría más importancia si no fuera que esta manera de ver no termina de congeniar con el trato que dispensamos a cuanto nos rodea. En este sentido, formalmente no hay mucha diferencia entre creer que hay un Dios que nos ampara y estar convencido de que hay extraterrestres que nos vigilan. Con todo, el que no demos a Dios por descontado —o mejor dicho, que no debamos darlo— quizá sea el pistoletazo de salida de la fe. Pues difícilmente habría habido cristianismo si el enviado no hubiera llorado sangre en Getsemaní. Pues Getsemaní significa puede que no haya Dios De hecho, solo desde esta posibilidad, vivida a flor de piel, el creyente llega a confesar al crucificado como Dios —y no como si fuera Dios.

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