el dónde

diciembre 14, 2023 § Deja un comentario

Resulta cuando menos curioso que la pregunta que recorre buena parte de la obra de Nietzsche —¿dónde está Dios?— sea la misma que tuvo que escuchar Israel a lo largo de su historia: ¿dónde está Dios? En realidad, más que curioso resulta enormemente significativo. Como si la experiencia de Dios apuntara, antes que a lo oculto, a la negación de Dios, en el doble sentido del genitivo. Pablo hablará de kénosis. Jesús de Nazaret, la sufrió.

Acaso lo que Nietzsche no terminó de comprender, a diferencia de Hegel, es que el haber de lo absoluto es la negación de sí de lo absoluto. Es verdad que Nietzsche sintió hasta el tuétano la falta de una genuina alteridad. Pero en vez de aceptar que somos los que estamos expuestos a la desmesura de esta ausencia, prefirió darle un portazo al asunto. Como la joven que, tras el trauma de una violación, decide no parar de bailar. Aunque sea sobre una pira de cadáveres. No habrá más allá —no habrá resurrección, ese imposible. Cristianamente, lo monstruoso —el más allá— es que esa joven llegara a perdonar a quien la forzó. Por no decir que lograse amar al hijo que nació de la violencia que se ejerció sin piedad sobre ella. Es posible que Nietzsche se peleara con el fantasma de Dios. Y quien dice pelear, dice abrazar. Como Jakob. Sin embargo, Jakob comprendió, en mayor medida que Nietzsche, qué se desprende de ese abrazo.

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