afectividad moderna

febrero 7, 2024 § Deja un comentario

Da la impresión de que, cada vez más, las parejas más o menos estables son segundas intentos. Por no hablar de aquellas que pretenden confirmar aquello de que a la tercera va la vencida. Sin embargo, diría que caben dos actitudes a la hora de enfrentarse a las nuevas oportunidades: como si fuera la primera vez, esto es, haciendo tabula rasa del pasado; o como náufragos que se avistan en alta mar. El riesgo de la primera es volver a equivocarse. Pues, a menos que el primer intento fuera un error absoluto, lo más probable es que se repita el mismo esquema. Muchos fracasos, diría, tienen que ver con que nos juntamos desde la expectativa del consumidor: me gusta, lo compro; y si no termina de funcionar —o simplemente me canso—, lo devuelvo. Y con estos fardos tampoco es que podamos ir muy lejos.

La segunda actitud —la del náufrago— es, en cambio, muy distinta. Y tiene que serlo… en tanto que no hay supermercados en alta mar. Las expectativas son, ciertamente, otras. En alta mar no hay cromos que intercambiar —ningún negocio o trato, tan solo encuentro. Únicamente los muertos pueden ver la vida de los muertos que se resiste a morir —y de ahí que solo ellos puedan rescatarla. Por eso la expresión que mejor refleja el abrazo de los náufragos —¿acaso no es esto el amor?— quizá no sería segunda oportunidad, sino resurrección. Puede que en verdad no haya otra vida —otra alegría— que la de quienes vuelven con vida del sheol. Las otras vidas —las más comunes— son aburrimiento y distracción (y depende de qué pese más podremos decirnos que nos va bien o mal). Aunque lo cierto es que nadie sensatamente puede preferir hallarse en la situación de quienes no tienen otro horizonte que el de la resurrección.

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