la ironía del cristianismo
febrero 8, 2024 § Deja un comentario
Quienes permanecemos sentados en el sofá difícilmente podemos evitar leer el anunció de la resurrección como si fuera una burla: hay esperanza para los crucificados de este mundo; al final, Dios los levantará de sus tumbas para que puedan vivir la vida que les arrebatamos. Pues, teniendo en cuenta que hablamos de un imposible, ¿acaso no es como decir que no hay esperanza? ¿Podríamos tomarnos en serio a quien nos dijera que la solución a los problemas de este mundo pasa por la cuadratura del círculo? ¿No nos estaría diciendo, más bien, que la humanidad no tiene remedio? Ciertamente, hoy en día no podemos entender la resurrección ni siquiera como un hecho del pasado. En todo caso, como aquello en lo que creyeron, erróneamente, los primeros cristianos. Pero aquí la cuestión es si cabe entender lo imposible. De hecho, tampoco es que entendieran algo los acomodados de la Antigüedad.
De ahí que la pregunta sea quiénes podrán esperar lo imposible. Y en nombre de qué acontecimiento. No es secundario que el cuarto evangelio muestre la resurrección como el envés de la crucifixión. Pues en el abandonarse a Dios del abandonado de Dios está la clave de lectura del tercer día(y por extensión, de la dogmática cristológica). La esperanza cristiana cristiana está lejos de ser una expectativa razonable. La forma de dicha esperanza es, en el fondo judía, es decir, imperativa: lo imposible debe acontecer porque la bondad tuvo lugar donde no era posible que surgiese ninguna bondad.
Evidentemente, el relato de la resurrección presupone la convicción —una convicción que arraiga en el tuétano de la existencia— de que nos hallamos en medio de un combate de dimensiones cósmicas entre las fuerzas del Bien y las del Mal. Para los que seguimos apoltronados en el sofá esto es ciencia ficción, algo con lo que conectamos viendo, por ejemplo, un episodio de Star Wars, pero que no podemos tomarnos al pie de la letra. Muchos de los condenados a las cámaras de gas no dudaron, sin embargo, de la existencia de Darth Vader.
Por eso me atrevería a decir que le hacemos un flaco favor al cristianismo donde, con el mejor de los propósitos, intentamos traducir el lenguaje de la resurrección a uno que cualquiera pueda digerir. Como si fuera, pongamos por caso, un modo de hablar de la inmortalidad del alma. Porque no fue un modo de hablar para las víctimas del Imperio.
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