docetas en el ajo
febrero 20, 2024 § Deja un comentario
El cristianismo no es, estrictamente, una religión entre otras: es una confesión —y una confesión ante aquel que murió abandonándose a Dios como abandonado de Dios. Tampoco puede serlo si tenemos en cuenta que la principal proclamación cristiana es aquella que reconoce en el crucificado el cuerpo de Dios. Que Dios tenga un cuerpo y que, por eso mismo, Dios-en-sí sea aún-nadie, no es algo que religiosamente podamos admitir. Pues el presupuesto de la religión es que, por un lado, hay Dios y, por otro, hay hombre; no que Dios, desde el principio, no quisiera ser aún Dios sin la adhesión de su criatura, de aquel que, como alteridad de Dios, tuvo que inicialmente negarlo.
En este sentido, no es secundario que el primer cistianismo condenara el docetismo. Pues los docetas entendieron la encarnación a la religiosa: como si Dios se hubiese limitado a adoptar nuestro aspecto. La condena no tiene que ver, por tanto, con la intelorancia de los dogmáticos, sino con la intención de preservar la revelación de su deriva hacia lo sensato. Y es que el docetismo es fácilmente digerible por la típica sensibilidad religiosa. En cambio, no parece que podamos aceptar como quien no quiere la cosa que Dios en verdad esté lejos de ser un deus ex machina.
Otro asunto es que el cristianismo haya triunfado históricamente tolerando de facto el docetismo que condenó de entrada. Pero esto tiene que ver con que ninguna verdad sobrevive a lo largo de la historia sin traición.
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