bones
febrero 21, 2024 § Deja un comentario
Ayer, junté dos dedos sobre uno de los huesos de mis manos, en un gesto espontáneo. Y me decía: al final, esto quedará sepultado por la tierra. Tras los años, más polvo aún. Nadie sabrá que hubo un mono que estuvo en suspenso durante un instante por ello. Que haya podido suceder ¿acaso no es un milagro —un estado de excepción? Y por eso mismo, el asesinato, ¿una monstruosidad que compite con la de Dios?
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