Baerwalde
marzo 18, 2024 § 1 comentario
Levinas comienza Totalidad e Infinito con el siguiente párrafo:
Aceptaremos fácilmente que es cuestión de gran importancia saber si la moral no es una farsa. La lucidez —apertura del espíritu sobre lo verdadero— ¿no consiste acaso en entrever la posibilidad permanente de la guerra? El estado de guerra suspende la moral; despoja a las instituciones y obligaciones eternas de su eternidad y, por ·lo tanto, anula, en lo provisorio, los imperativos incondicionales. Proyecta su sombra por anticipado sobre los actos de los hombres. La guerra no se sitúa solamente como la más grande entre las pruebas que vive la moral. La convierte en irrisoria.
Por su parte, Keith Lowe en Continente salvaje narra la siguiente historia:
Marie Naumann, una joven madre de Baerwalde, en Pomerania, fue violada y luego colgada en un pajar junto a su marido por una turba de soldados, mientras que a sus hijos los estrangularon con cuerdas en el suelo debajo de ella. Unos ciudadanos polacos la bajaron, todavía viva, y le preguntaron quién le había hecho eso, pero cuando les dijo que habían sido los rusos la llamaron mentirosa y le pegaron. Incapaz de soportar lo ocurrido intentó ahogarse en un riachuelo cercano, pero no pudo completar la tarea. Empapada, fue al apartamento de un conocido donde se topó con otro oficial ruso que de nuevo la violó. Poco después de dejarla aparecieron cuatro soldados soviéticos más y la violaron «de forma antinatural». Cuando acabaron con ella le dieron de patadas hasta dejarla inconsciente. Volvió en sí cuando otro par de soldados entraron en la habitación, «pero me dejaron en paz porque estaba más muerta que viva”.
No solo la moral se convierte en irrisoria, sino toda la espiritualidad woke. La facilidad con la que hablamos de Dios es, sencillamente, blasfema. Por no hablar de nuestra autosatisfacción al sentarnos en las primeras filas de las iglesias. Quizá aún estemos lejos de comprender Lc 18, 9-14.
Terrible. Com deia, més o menys, Horkheimer, hi ha d’haver una darrera paraula que faci justícia a tant de dolor acumulat.
(El d’ara, si volguéssim, el podríem suprimir.)