incluso la verdad

marzo 19, 2024 § Deja un comentario

Decía Hegel que, con el tiempo, incluso la verdad se transformaba en su contrario (aun cuando Hegel tenía muy en mente que ese contrario es lo exigido, precisamente, por el acontecer de lo verdadero). Esto es así porque la verdad, entendida como afirmación acerca de lo que es, no puede evitar las apariencias. Al fin y al cabo, nada es que no se muestre a haga presente. Y siempre se hace presente en relación con la posición que ocupa el testimonio. Esto es, relativamente. Vemos lo que podemos ver. Cambia la posición —y aquí por posición entiéndase cultura o época— cambia el aspecto de la verdad. Y porque de manera espontánea nos dejamos llevar por el aspecto, llegaremos a creer como quien no quiere la cosa que el primer aspecto fue, sencillamente, falso.

Así, pongamos por caso, en las culturas en donde los dioses se dan por descontado, naturalmente podemos reconocer en el crecimiento de la hierba el poder de un dios. En cambio, esto ya no es posible en una cultura como la nuestra, en donde la ciencia detenta la última palabra sobre lo que hay. Ciertamente, podemos decirnos que un dios actúa por detrás. Es decir, podemos suponerlo. Pero seremos incapaces de verlo. La hierba ya no se nos aparecerá como milagro. No puede hacerlo. A lo sumo, tan solo reflexivamente cabrá recuperar la verdad que perdimos de vista. Pues es por medio de la reflexión que llegaremos comprender, sea cual sea la sensibilidad cultural de la que partamos, que todo se nos da desde el fondo mismo de la nada. Todos los caminos de la razón, aunque estén rodeados de diferentes paisajes, conducen a Roma. No obstante, hace siglos que la reflexión se quedó sin imágenes con las que incorporar los resultados de su ejercicio. Aunque quizá fuese desde el principio. ¿O es que acaso la imagen no fue siempre una variante de la traición del traductor?

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