Sócrates y la Ley
marzo 24, 2024 § Deja un comentario
Sócrates aceptó la condena de Atenas. Pudiendo huir, no huyó… por respeto a la Ley. Algo así como el árbitro siempre tiene razón, aunque se equivoque. Para un griego, la polis era el único lugar en donde los hombres podrían vivir como tales. Fuera de la polis todo es barbarie. En modo alguno fue anecdótico que Aristóteles definiera al hombre como zoon politikon. Aquí el adjetivo es esencial. Pierdes el adjetivo y queda la bestia. La ley es, por tanto, sagrada. Aunque podamos revisarla. Esto es, intocable mientras no se demuestre lo contrario. Pues su carácter sagrado no expresa la voluntad de ningún dios.
Lejos estamos, por tanto, de la convicción bíblica de que lo humano está por ver. Pues que estemos más cerca del ángel que de la alimaña se decidirá más allá de la caída de los cielos. Y esto es así, aun cuando este más allá siga siendo un más acá. Al fin y al cabo, el hombre , por sí mismo, es incapaz de ajustarse a la Ley de Dios. Es lo que tiene una ley que, a diferencia de la ley ateniense, no está hecha a medida de los arrancados de Dios. Para Israel, la polis es una ficción, una mascarada. Y más si una ley a medida del hombre es una ley al servicio de quienes detentan el poder. La esperanza siempre fue un asunto de los que se hallan a la intemperie, sin murallas. Según la fe bíblica, la humanidad del hombre dependerá, en último término, de la redención de Dios. Y quizá en el doble sentido del genitivo.
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