estiércol

mayo 31, 2024 § Deja un comentario

El sincretismo religioso es, hoy en día, un lugar común. Es lo que tiene que las religiones estén dispuestas en el estante —y por eso mismo, disponibles a gusto del consumidor. Al igual que uno puede montarse su propio plato en un buffet libre. Así, incluso en las canchas cristianas, escuchamos con relativa frecuencia aquello de que, tras la muerte, sobreviviremos disolviéndonos en el espíritu del cosmos.

Ahora bien, ¿sobreviviremos? ¿Quién… si ya no cabe ningún yo en la mezcla? Más aún: este horizonte, ¿es un motivo de esperanza? ¿También, para los desgraciados? ¿Acaso a los cristianos actualizados no se les tiene que haber disuelto antes la inteligencia para tomarse en serio esta hipótesis oriental? ¿Y por qué están tan convencidos de que terminaremos disolviéndonos en el espíritu del cosmos? ¿No podríamos acabar siendo simplemente estiércol?

De hecho, los creyentes del primer Israel estuvieron convencidos de que no había ningún más allá —de que del polvo regresaríamos al polvo. Y no porque fueran unos nihilistas, sino porque quizá vivieran más a flor de piel qué significa estar bajo el poder de la divinidad. En realidad, de la experiencia creyente de la finitud se desprende el agradecimiento por la vida dada…aunque también la perplejidad, por no decir el estupor, ante tanta oscuridad. Como es sabido, la esperanza en un nuevo comienzo —en un reset de dimensiones cósmica, un reset que no deberíamos confundir con la vida celestial—, surgió en Israel cuando las mujeres y los hombres de fe se preguntaron sobre qué vida podían esperar aquellos que, por fidelidad a Dios, murieron injustamente antes de tiempo. Y no ignoramos cuál fue la respuesta.

Es cierto que el horizonte de la disolución es más digerible, sobre todo hoy en día, que el de una resurrección de los muertos —y ello, al margen de lo que Freud escribiera sobre la aspiración a la fusión. Pero quien aún cree que Dios no tiene que ver con lo imposible, probablemente crea en un dios a medida. Puede que aún estemos lejos de comprender, cuando menos, que no hay fe cuyo horizonte no sea lo inconcebible . Pero no porque al creyente le atraiga el delirio, sino porque hubieron actos de piedad en el centro del horror. Israel siempre concibió la esperanza en clave imperativa: es lo que debe acontecer en nombre de. No estamos hablando, por consiguiente, de lo preferible. Pues de lo que cabe preferir, aún podemos hacernos una idea.

Deja un comentario

¿Qué es esto?

Actualmente estás leyendo estiércol en la modificación.

Meta