sacerdotes y profetas

junio 4, 2024 § Deja un comentario

Los sacerdotes y los profetas nunca han terminado de hacer buenas migas. El recelo sacerdotal encuentra su argumento en que hay mucho falso profeta por ahí. El profeta acierta, sin embargo, donde ve a los sacerdotes como proveedores de servicios. Pues esto equivale a poner a Dios en manos del consumidor. El sacerdote cojea de ambos pies donde solo pretende satisfacer la demanda. El profeta, por su parte, nos recuerda que Dios en verdad es el Dios que provoca nuestra inquietud o desplazamiento —en definitiva, que Dios es el Dios que nos saca del quicio del hogar. ¿Su riesgo? El de caer en el resentimiento, en la denuncia por la denuncia. Entre uno y otro, anda la existencia creyente. De no haber sacerdotes, el cristianismo perdería su masa crítica. Pero el peligro de apedrear al profeta —incluso una vez ha sido sepultado bajo las piedras— es que el cristianismo se convierta en irrelevante. Actualmente, la Iglesia clama, como sabemos, por las vocaciones sacerdotales. Pero me atrevería a decir que, hoy en día, sobran sacerdotes y faltan profetas. Pues de haber más profetas es posible que los conventos no tuvieran que convertirse en hoteles. Aunque sea con la excusa del retiro espiritual.

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