el crucificado

junio 12, 2024 § Deja un comentario

Al final, el enviado cayó en la cuenta de que no había Dios que pudiera descolgarlo. E hizo algo muy extraño: se abandonó a Dios. Si la historia hubiera terminado aquí ¿qué podríamos proclamar? ¿Alguna buena noticia para los abandonados de Dios? Este abandonarse a Dios ¿no fue un gesto inútil, por no decir absurdo?

Pero hubo resurrección, se nos dirá. De acuerdo. Ahora bien ¿aún la puede haber para nosotros? Y aquí no valen las componendas, el trapicheo de los nuevos lenguajes. Esto es, no vale entender la resurrección de los muertos como si fuera un modo de hablar de la supervivencia del alma. Una vida de espectros más allá de la muerte —por no hablar de la disolución en el océano de los muñequitos de sal— no es la respuesta que espera el padre que le dice a su hijo, antes de entrar en las cámaras de gas, “ debes vivir”.

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