sin dientes

junio 14, 2024 § Deja un comentario

Hoy, tras décadas de cristianismo progresista, abominamos de la Ley del Talión. Y más si figura como inspirada en la voluntad de Dios. Como si fuera no solo una depravación moral, sino también religiosa. ¿Acaso Dios no puso la otra mejilla?

Sin embargo, en su momento, fue un progreso moral. Pues imaginemos que, antes de que se impusiera el diente por diente, alguien hubiese herido, aunque fuese accidentalmente, a quien poseía más poder que él. Probablemente, no hubiese recibido, a cambio, una herida equivalente, sino algo más —por ejemplo, ¿una muerte horrible? La Ley del Talión supuso, con la excusa de Dios, una limitación de la violencia arbitraria. Como también un modo de evitar su escalada. Al menos, sobre el papel.

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