John Wick
julio 28, 2024 § Deja un comentario
En la cuarta entrega de John Wick, hay una escena en la que el protagonista entra en una iglesia para, encendiendo una vela en su recuerdo, dirigirse a la esposa que falleció. Cuando su alter ego —el samurai ciego—, que también se encuentra en la misma iglesia, le pregunta si cree que ella lo escucha, Wick responde que no. Pero añade: quizá me equivoco —las resonancias pascalianas de la escena son innegables. Hay algo en nosotros que se resiste a la crítica racionalista de la devoción. Como si el niño que llevamos dentro no muriera del todo ante un mundo sin piedad. Y es así que seguimos intimando silenciosamente con Dios, dando por supuesto que Dios está ahí para escucharnos.
¿Qué dicen los evangelios? Pues que arriba no hay nadie que nos escuche. Nadie. Más aún: que la mayor intimidad con Dios tiene lugar donde, invocándolo, somos aplastados por su silencio. Ciertamente, los evangelios no solo dicen esto. Pero lo que sigue no lo anula. Y lo que sigue es que cuanto cabe decir honestamente acerca de Dios —cuanto cabe experimentar— comienza entonces.
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