mundo y trascendencia

septiembre 22, 2024 § 5 comentarios

En la guerra se revela lo que el mundo es. La guerra es la verdad del mundo. Sin embargo, hay epifanía. Es la de instante en el que el soldado decide no clavar la bayoneta en el cuerpo del enemigo… tras clavarse entre sí sus miradas. Aquel en el que la dinámica del odio es interrumpida por un perdón que no podrá prolongarse en el tiempo histórico y que, sin embargo, se revela como lo que, en cualquier caso, debería tener lugar en vez del mundo.

§ 5 respuestas a mundo y trascendencia

  • ajaodemariacede84228e dice:

    recuerda a la teoría de que la historia está llena de patrones y ciclos, pero que siempre hay individuos que logran romper esos moldes y crear algo nuevo.

  • Hugo Garibay dice:

    Profesor Cobo:

    Escribo desde México simplemente para darle las gracias por sus textos. Llevo ya más de un año siguiendo su pensamiento. Paradójicamente, supe de usted gracias a Javier Melloni. Como se imaginará, al principio la lectura del cristianismo que usted propone me resultó chocante. Pero hoy debo decir que creo que usted, y no Melloni, tiene razón. Aunque preferiría que fuera al revés…

  • josep cobo dice:

    Gracias, Hugo. Por tu «fidelidad». Javier y un servidor somos buenos amigos. De hecho, nos conocemos desde hace ya muchos años. Y en lo que sí estamos de acuerdo es que, más allá de las discrepancias más o menos «especulativas», prevalece la bondad. Y prevalece como testimonio de una realidad que, al fin y al cabo, nos supera. La cuestión es en qué sentido lo hace. En cualquier caso, también preferiría que Javier hubiese dado en el clavo… ;)

  • Hugo Garibay dice:

    Coincido plenamente en que a Melloni y a usted los une la fe en la bondad última, profesor. Y por eso Melloni seguramente hace mucho bien a mucha gente. Pero yo vivo en Zamora, Michoacán, una de las ciudades más violentas del mundo. Diario mueren tres, cuatro, cinco personas ejecutadas por disputas entre cárteles del narcotráfico, por no pagar el cobro de derecho de piso o por deudas con su narcomenudista. Literalmente diario. Y la mayoría de los que mueren son adolescentes, algunos casi niños. En la colonia vecina de la universidad donde imparto clases (donde diserto alegremente sobre historia, filosofía, arte y cultura) hay muchos niños que nunca han ido a la escuela porque sus papás son drogadictos y los abandonaron. Y entonces las tesis transconfesionales de una divinidad oceánica no me terminan de cuadrar aquí. Si al final esos chicos desgraciados (privados de gracia) y mis hijos (que estudian piano y tenis por las tardes) y mi esposa y yo terminaremos siendo igual pasto del Todo o de la Nada, así sin más, creo que yo mejor devuelvo mi boleto, como Iván Karamazov. No me basta el practicar la meditación y despedirme de este mundo (y de esos chicos) en paz, como un iluminado. Por eso, como usted escribe, estoy convencido de que tiene que haber resurrección, aunque sea imposible y delirante desde este mundo. Y no por mi necesidad de imaginar un final feliz para la historia de estos chicos… Sino en nombre del crucificado.
    Además hay otro aspecto en el que no puedo seguir más a Melloni (ni a José Arregi), con todo lo que lo admiro. Pero él, en su Cristo interior, presenta a un Jesús iluminado, un maestro de espiritualidad que, creo, traiciona a Jesús de Nazaret. En cambio, la presentación que hace usted de Jesús (y de María y su concepción milagrosa) me parece mucho más ajustada tanto al Jesús histórico como a la raíz profunda de la confesión cristiana. No llamamos a Jesús Hijo de Dios por haber sido un iluminado, sino porque soportó sobre sus hombros el silencio desconcertante de Dios y ofreció su perdón en su lugar. Y este Jesús me parece mucho menos atractivo, pésimo para el marketing religioso… Pero me parece que revela la verdad. La verdad no solo sobre Jesús, sino sobre nosotros.
    En fin, insisto: muchas gracias por sus textos diarios. Yo no tomo café porque me lo prohibió el cardiólogo, pero la lectura de La Modificación por las mañanas me deja listo para enfrentar el día.

  • josep cobo dice:

    Duro, sin duda. La verdad nunca fue cómoda. Un abrazo.

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