día a día

septiembre 26, 2024 § Deja un comentario

Tras la ilusión, el oficio —la decepción, el defecto de fábrica, el mal olor. Antes, teníamos un mapa mental para hacerle frente a esta situación. Así, podíamos decirnos, por ejemplo, que estamos en el mundo como caídos en desgracia; hay verdad o bien, pero no para nosotros; para nosotros el simulacro de la verdad o el bien. Etcétera. Una vez deja de haber un más allá que nos permita medir la distancia, lo único que nos queda es creer, a la manera del consumidor, que la plenitud está en nuestras manos; que, en el fondo, se trata de comprar el producto adecuado.

Sin embargo, todo producto viene con tara. De ahí que no tardemos en devolverlo a cambio de uno nuevo… yendo de novedad en novedad sin que en realidad haya nada nuevo a nuestro alrededor. Al fin y al cabo, en la cuestión de Dios —en la cuestión de la trascendencia, aunque esta se halle vacía de dioses… o quizá por eso mismo— no solo está implicado Dios, sino una mejor comprensión de lo que significa existir. Es posible que Nietzsche tuviese razón al afirmar que, tras la muerte de Dios, quienes siguieran siendo simples hombres acabarían transformándose en unos prefectos idiotas. Literalmente.

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