la anomalía

diciembre 9, 2024 § Deja un comentario

Está lloviendo. Pero ninguna nube cubre el cielo. Nace un niño con tres ojos. O con seis dedos en un pie. ¿Raro? No solo. Espontáneamente, la anomalía se nos presente como la irrupción de lo enteramente otro. En cambio, la mentalidad científica —nuestra mentalidad— ve simplemente lo que aún no podemos explicar o una mutación genética. Hace tiempo que el mundo se quedó sin signos del más allá. O cuando menos, esta es la tesis oficial. Quien ve señales, las ve por su cuenta y riesgo.

El origen de esta ausencia de signos se halla en la metafísica, en definitiva, en la posibilidad de pensar el carácter absoluto de lo real sin el recurso del dios. Después de Platón, la referencia a la divinidad religiosa queda relegada al plano de lo imaginario. Y ello al margen de que se siga hablando de dioses. Pues el Bien trasciende incluso el Olimpo… hasta el punto de que, siendo lo más real, carece de la entidad de cuanto existe. Ciertamente, podemos denominarlo Dios, con mayúscula. Pero no inspirará, como vio Pascal, ninguna piedad. La escolástica fue, de hecho, un apaño. Esto es, la racionalización de una creencia.

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