otra de Soren
marzo 5, 2025 § Deja un comentario
Puede que Kierkegaard fuese más perspicaz que Hegel al comprender que la individualidad —su protesta, su diferir, su clamor— es aún más absoluta que lo absoluto. O por expresarlo en cristiano: que la genuina relación con Dios se decide enfrentándose a Dios a la manera de Job. O Abraham. Aunque este enfrentamiento no se resuelva cristianamente a la griega, esto es, manteniéndose orgullosamente en pie ante la impiedad del dios, sino obedeciendo el imperativo divino —el que se expresa desnudamente en Mt 25—… donde Dios se revela, aparentemente, como un Dios que pasa de los hombres. Es decir, como un Dios impasible. Ahora bien, impasible —y en esto consiste la revelación del Gólgota— porque no puede hacer nada sin la fidelidad del hombre. Sin cuerpo, Dios no es aún nadie.
No obstante, lo que acaso se le escapó a Kierkegaard —y, probablemente, también a Hegel al sostener que los hombres son los siervos de la historia— es que el carácter absoluto de la individual —de su resistencia a la totalidad— es la expresión misma de lo absoluto. Pues lo absoluto —y aquí Hegel fue un filósofo, ciertamente, cristiano— es la negación de lo absoluto en pos del presente histórico.
Nadie dijo que la verdad fuese fácil. Aun cuando una vez llegamos a rozarla, lo difícil es volver. Pero esto ya lo dijo el de las anchas espaldas.
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