el miedo a la sensación perturbadora
marzo 15, 2025 § Deja un comentario
Cuando tenía unos seis o siete años, llegó a la escuela donde estudiaba música una niña protestante. También recuerdo que la sensación fue muy perturbadora. No podía evitar verla como extraña. ¿Podía haber alguien así? Luego, al irnos conociendo, esa sensación fue disolviéndose como azúcar en el café. Pero, con ella, la adhesión a la propia creencia. Con el tiempo, fue perdiendo vigor identitario, familiar, tribal. La identidad fue rehaciéndose con materiales menos duros, más sofisticados o sutiles. Sin embargo, podía haberme enrocado en mi rechazo inicial. Es decir, podía haber permanecido en la infancia.
Ana Arendt dejó escrito que el origen del mal —un origen, según ella, transido de banalidad— tiene que ver con la ausencia de reflexión, en el sentido socrático de la expresión, aquel que remite a la capacidad de cuestionarse a un mismo y, por extensión, a lo que damos por descontado. Sin embargo, lo que vale para el individuo no vale para los grupos —y menos, para la masa. La polis nunca fue la suma de las máscaras.
Deja un comentario