esperanza y desesperación

marzo 25, 2025 § Deja un comentario

La esperanza creyente, a diferencia de la mera expectativa, es un asunto de desesperados. Pues tan solo el desesperado clama al cielo esperando una intervención que lo saque de los infiernos de la historia. Y quien apunta al cielo apunta , en definitiva, a lo imposible—y por eso mismo, increíble. Un desesperado es aquel que ya no puede esperar nada de ningún mundo, ni siquiera del sobrenatural. Ningún dios puede salvar a los supervivientes de los campos de la muerte. Tan solo un Dios que regrese con vida tras descender, como víctima del hombre, a la oscuridad impenetrable del sheol. Lo dicho: un imposible. De ahí que clamor y esperanza vayan de la mano. Donde no hay clamor, la esperanza se transforma, como decía, en mera expectativa. Esto es, en mapa mental. Y, como es sabido, no hay mapa mental que soporte el Gólgota.

Llegados a este punto, alguien podría objetar que, cristianamente, la esperanza no es tanto clamor como confianza. Pues hubo resurrección. De acuerdo. Pero quien objetase lo anterior, probablemente no tuviese en cuenta que la esperanza en la resurrección de los muertos tiene un envés, el maranathá… con el que concluye el Apocalipsis. Y no casualmente. Es decir, otro clamor. Y es que la resurrección de los muertos es tan imposible como Dios mismo… lo que no significa que no haya Dios. Al contrario. Sin embargo, para, cuando menos, intuir por dónde van los tiros de esto último, estaría bien tener en cuenta que el haber de Dios como tal no es el de los entes, sean o no espectrales, sino, precisamente, el de lo imposible. Pero este es otro asunto.

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