narcisismo y muerte de Dios

abril 14, 2025 § Deja un comentario

Exponerse en Instagram… con la misma foto, una y otra vez… ¿acaso no es enfermizo? ¿Qué pretendes? ¿Que los demás te aprueben? Y luego dirás que te vistes como quieres… Pero el espejo nunca miente: no eres la más bella. Sin embargo, insistirás. No saldrás del bucle de Narciso, el cual acabó ahogándose en las aguas que le reflejaban, y no porque se gustase a sí mismo, sino por todo lo contrario. Como dijera Nietzsche con respecto al ateísmo, si no crees en Dios, pregúntate qué dios has puesto en el altar vacío de Dios. El ateísmo es, ciertamente, lo más difícil.

Traducción: ¿crees que te liberaste del padre —crees que nadie te juzga, que haces lo que quieres? Simplemente, pregúntate quiénes han ocupado su lugar. Son los cualquiera, la gente. Y quien depende de juicio de cualquiera es un cualquiera. Sin un padre que nos aleje del bucle narcisista, caemos reos de lo impersonal: de lo que se hace, se dice… Ciertamente, te dirás que no es así. Pues tus camisetas son singulares. Pero te equivocarás. La mona sigue siendo una mona, aunque se vista de seda.

La muerte de Dios va con la de la figura paterna. Nadie sabe lo que quiere mientras no se enfrente a lo que su padre, no necesariamente el biológico, quiere de él. Ahora bien, lo que nuestro padre exige de nosotros trasciende cuanto podamos desear. Pues, lo primero que te dirá un padre es tú no importas, el tema no eres tú; importa lo que hay que hacer —la cosa, encarar el mundo. Donde falta el padre, seguimos atados —asfixiados— por el cordón umbilical que nos une al útero materno. Los hábitos quizá sigan siendo patriarcales. Pero nuestra época, al menos en Occidente, está, sin duda, dominada por la madre. Que no se rompa el niño —que disfrute mientras pueda. Y así, hasta la cuarentena.

Con todo, el padre más eficaz fue siempre el padre muerto —el que te da como herencia su voz, su mandato. Pero, como Hamlet, ya no sabemos qué hacer con el fantasma del padre. No debería extrañarnos, pues, que las espiritualidades tan en boga hoy en día prefieran un océano plácido a Yavhé.

Es posible que a Nietzsche se le escapara que la muerte de Dios va, en realidad, con Dios; que el creyente no es el que da por descontado que Dios está en el piso de arriba, sino el que, al no oír ningún paso, acepta su testamento y se pone manos a la obra —al fin y al cabo, Mt 25—… mientras permanece a la espera del imposible regreso de Dios. El fantasma expresa la verdad de Dios. Y es que un fantasma clama por volver a tener un cuerpo.

Deja un comentario

¿Qué es esto?

Actualmente estás leyendo narcisismo y muerte de Dios en la modificación.

Meta