trayectos de doble dirección
mayo 25, 2025 § Deja un comentario
Cuando eres joven, fácilmente crees que el sexo es la vía para una mayor intimidad. En cambio, una vez hemos cruzado el umbral de la madurez —y, como decía Shakespeare, la madurez lo es todo—, caes en la cuenta de que el camino es el inverso: de la intimidad al sexo. Y la intimidad no solo está hecha con los materiales del impudor, sino también, y quizá sobre todo, con los de las risas y las sonrisas. O los de un poder soportar juntos el silencio. O los de una sensibilidad común. Etcétera. Pues sin el preámbulo de la intimidad, el final del sexo es la constatación —una triste constatación— de que los cuerpos se juntaron, pero no coincidieron.
En cualquier caso, entre una dirección y otra, una enorme gama de grises.
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