prosa, diría
junio 8, 2025 § 1 comentario
Nos levantamos del sofá. Abrimos la puerta, guardamos las llaves en el bolsillo del pantalón y salimos a la calle. Esto mismo, mientras lo hacemos, es simplemente lo que pasa, es decir, nada extraordinario. SIn embargo, basta con que un buen escritor lo ponga en palabras para que adquiera el relieve de un acontecimiento.
El efecto es parecido al de la fotografia callejera, cuando capta el instante: la mueca de una mujer hermosa, imperceptible de haber estado ahí, la mirada perdida de quien ojea la prensa sentado en un banco, la torsión de un cuerpo al darse cuenta de su error…. La sensación es de extrañeza, la que provoca, de hecho, el marco al aislar el momento. Pues el marco prescinde de lo que permanece fuera del mismo. Como si no fuese nada… aun cuando esa nada siga ahí, rodeando la delimitación. Por eso, quien consigue un buen enfoque, sea a través de la palabra o la imagen, revela lo ordinario como excepción. Como si la existencia fuera, precisamente, un acto de resistencia al poder de la nada, un acto que trasciende, en nuestro caso, el instinto, la reacción. Y lo trasciende, precisamente, porque podemos escribirlo.
Luego, vendrá el filósofo para decirnos que ese acto es inherente a la nada. Y entonces, el asunto será otro.
Buenos días,
Es muy sugerente cómo, con una escena mínima, consigues abrir una reflexión profunda sobre la percepción, el lenguaje y la nada. Lo más interesante es ese tránsito que planteas entre lo ordinario y lo excepcional, a partir del simple gesto de enfocar.
Me ha recordado a la fotografía de Cartier-Bresson y a la fenomenología, pero también tiene adicional característico tuyo: esa forma sutil de deslizar al lector hacia la extrañeza sin grandilocuencia.
Muchas gracias, Josep.