miradas
junio 17, 2025 § Deja un comentario
Suele decirse, en las canchas cristianas, que deberíamos mirar cuanto nos rodea con los ojos de Dios. De acuerdo. Sin embargo, ¿qué tal si nos atrevemos a soportar la mirada de Dios sobre nosotros? Y aquí no valen las componendas de la interioridad. Pues esa mirada es la que nos dirige, pongamos por caso, esa madre soltera que, con su hijo en brazos, nos implora por una botella de leche a las puertas del super. ¿Acaso un Dios que no nos saque de quicio puede valer como Dios? ¿Es que el creyente no es un desquiciado por el clamor de Dios? Pero ¿quién podrá aceptarlo? ¿No fue Pedro quién, tras el paso atrás del joven rico, le preguntó al maestro quién será capaz de cargar con esa cruz? Y ya sabemos cual fue la respuesta. Nuestro no estar a la altura es el punto de partida.
De hecho, quienes responde al clamor de Dios no ven a Dios por ningún lado. Ni mucho menos, sienten que haya Dios. De ahí lo del poder del Espíritu. Pues el Espíritu de Dios es lo que queda de Dios donde, por así decirlo, ya no queda nada de Dios.
Deja un comentario