qué me pasa
agosto 5, 2025 § 1 comentario
Para la Modernidad, el centro reside en el yo. ¿Qué significa esto con respecto al haber —a nuestro estar originariamente expuestos? Pues que si, de repente, se impusiera la más completa oscuridad y silencio, quien sufriera esta situación se preguntaría, no sin espanto, qué me está sucediendo. Esto es, no hay imposición como tal —y por eso mismo, tampoco revelación. El mundo no desaparece —diríamos—, sino que, simplemente, habríamos perdido nuestras facultades.
Sin embargo, la oscuridad y el silencio sostienen el mundo. Y esto es lo que no podemos pensar desde los presupuestos del cientifismo moderno: que existimos como arrojados porque la nada es en su negación de sí. O por decirlo en clave teológica, lo impensable para el cientifismo moderno es que el mundo nos ha sido dado por la kenosis de Dios —por la kenosis que es Dios en sí.
Es verdad que no parece que la cuestión acerca de Dios sea, hoy en día, de una cuestión crucial. Pero no nos lo parece porque no hemos estado al pie de ninguna cruz.
Y, ¿si la oscuridad no fuera una pérdida, sino la condición para darnos cuenta de que nunca tuvimos el control? Tal vez esa pregunta —“¿qué me pasa?”— sea ya un inicio de algo que no se puede medir ni explicar.