pertenencia y sujeto

agosto 6, 2025 § 1 comentario

Es obvio que somos dependientes. Así, pertenecemos a la constelación de significados que constituyen un mundo. No partimoss de cero. El punto de partida es siempre un encontrarse en medio de. Como sujetos estamos sujetos a. Esto significa que el yo es resultado, sea del contexto socio-cultural, el inconsciente, el ciego impulso de una voluntad de poder… La hermenéutica de sí —la comprensión del existir— parte de este factum.

La pregunta, sin embargo, es si acaso, una vez constituido, el sujeto no se emancipa, precisamente, de las condiciones materiales que lo configuraron. Esto es, si en su búsqueda de lo verdadero, y en tanto que sujeto a las exigencias de la razón, no se libera, precisamente, de su estado de pertenencia. La tesis de Heidegger es que no —o no del todo: en cualquier caso, estamos imbuidos en un modo de ver, cuyo envés es un modo de ser o estar en el mundo.

Ciertamente, la perspectiva científica se comprende a sí misma como un desmarque, en la medida que dicha perspectiva es la del juez imparcial para el que solo hay en verdad lo que admite una cuantificación. La decisión teórica, por consiguiente, hace abstracción de nuestro hallarnos enfrentados al exceso de un puro haber con respecto al haber de las cosas. Un juez imparcial no existe. En cualquier caso, es. Y lo que simplemente es, a la manera de una piedra, una bestia o un ordenador, no puede hacerse cargo de lo que significa existir —y, de paso, cargar con ello. Un juez imparcial solo verá hombres y mujeres que reaccionan y que, además, dicen cosas.

La reflexión de quien permanece en la escena, y porque no puede rebasarla, solo puede problematizarla en la dirección de lo real avant la lettre. Esto es, en la de una absoluta alteridad que, tarde o temprano, se revelará como perdida. Es verdad que una vez se atreva a problematizar el lugar común —el mapa mental— en el que habita, el sujeto se extrañará de su propia circunstancia, al igual que alma difiere del cuerpo en el que siempre està. Pero se trata de una extrañeza distinta al desmarque que proporciona la ciencia moderna. En el caso del sujeto que comprende, la extrañeza es la del arrancado de una absoluta alteridad. Y, por eso mismo, la de arrojado al mundo. En el de quien explica, la del separado del mundo. No es exactamente lo mismo.

En el primer caso, cabe interiorizar, al menos hasta cierto punto, los resultados de la reflexión… a través de imágenes que solo sirven a su propósito si las tomamos como símbolos y no como signos. En el segundo, no es posible incorporarlos, es decir, ver las cosas conforme a los resultados de la reflexión. Pues aun cuando, por ejemplo, sepamos que en la materia que podemos ver y tocar en realidad hay más vacío que matería… seguiremos tratándola como si no hubiese vacío.

Con todo, este es también el riesgo de los símbolos: que acabemos, como insinuaba hace un momento, considerándolos como etiquetas… de lo que no puede admitirlas — de lo que es, aun cuando, en sí mismo, no posea entidad. Hablamos, obviamente, del puro haber o lo absolutamente otro.

§ Una respuesta a pertenencia y sujeto

  • manuelballester dice:

    Molt bon text, sobretot perquè no assenta o proclama tesis, sinó que obre perspectives.

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