bokeh
agosto 13, 2025 § Deja un comentario
La rosa es sin porqué, escribió el Silesius. Ni siquiera se nos muestra. Tan solo puede contemplarse. Y quien contempla no ve nada. Al menos, porque toda visión arrastra su carga teórica, una cosmovisión de fondo, en definitiva, un mundo. Un billete de cincuenta euros, para los aborígenes del Mato Grosso, no es más que un trozo de papel. Toda visión supone un ver como. Y ante la rosa del Silesius no hay como que valga.
Aun cuando este ahí, provocando nuestro asombro, la rosa sin porqué aún no pertenece al mundo. Esto es, aún no nos ha sido dada. Todavía no no nos vemos obligados a hacer algo con ella, aunque sea pasar de largo. Está ahí, simplemente, porque está ahí. La aparición es tautológica, carece de relaciones. Simplemente, se sostiene por sí misma. Como si estuviese más allá del tiempo. En tanto que un hecho es una relación entre cosas, la rosa sin porqué no es, propiamente, un hecho. Es un acontecimiento. El mundo es simplemente un entorno —y, además, difuminado. Como en esas fotografías con efecto bokeh.
También el perdón del Gólgota fue un acontecimiento.
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