carpintero
octubre 6, 2025 § Deja un comentario
Podemos discutir sobre qué rasgos comparten el Dios cristiano y la divinidad a la que apuntan las diferentes religiones. E incluso creer que ese denominador común, de haberlo, es propiamente Dios —y que el resto son perspectivas. Pero, en cualquier caso, eso lo haremos siempre desde la distancia. Así, difícilmente entenderemos que la fe, aunque se exprese oficialmente a través de una serie de declaraciones, es un clamor, algo así como agarrarse a un clavo ardiendo. A pesar de que, cristianamente, sea un clamor esperanzado. Y cuando digo esperanzando no me refiero a ingénuamente esperanzado. Pues el clamor creyente —el maranathá con el que concluye el Nuevo Testamento— conserva el temblor de piernas. Como el resucitado conservó las marcas de la crucifixión.
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