perspectivas varias (y 2)
octubre 6, 2024 § Deja un comentario
Con todo, también es posible que nuestro vínculo con la verdad —con lo que en realidad acontece y no simplemente pasa— no lo decida la visión, sino el cuerpo o la voz. Pues la pregunta quizá sea qué hay donde no es posible ver nada —y en ese haber solo podemos ser alcanzados por un cuerpo o una voz. Ambos se presentarán —se harán presente— como lo que, de entrada, nos amenaza por entero.
De ahí que quienes olvidaron que ante Dios experimentamos un cierto temblor de piernas ignoran qué significa estar ante Dios. Pues, como escribiera Bonhoeffer, ante Dios, nos encontramos sin Dios. La luz es el efecto del retroceso de la oscuridad. O mejor dicho, hay mundo —el mundo es lo que vemos— porque Dios deviene el fondo oscuro de la existencia —porque Dios es este devenir. Y porque Dios crea el mundo haciéndose oscuridad, Dios no puede aparecer como dios… (aunque aquí no hemos de entender que primero era Dios y que posteriormente decidió hacerse oscuridad: lo primero es el acto divino, su voluntad… la cual, no obstante, siempre reconocemos como suya retrospectivamente) . En lugar de Dios, el milagro: el cuerpo y la voz de quienes están a nuestro lado ante Dios. Porque la realidad de Dios es la que es, no hay más que cuerpo y voz —y un cuerpo y una voz que nos re-claman… de tal modo que no responder es ya responder. Aquí no responder es elegir la oscuridad, la nada, la aniquilación. Al menos, porque en la oscuridad, quien no responde es como si no fuese.
perspectivas varias (1)
octubre 5, 2024 § Deja un comentario
¿Por qué, en la tradición especulativa de Occidente, el punto de vista sub specie aeternitatis terminó pasando por delante del propio de quien permanece pegado a su inmediatez? ¿Por qué la verdad, si la hubiera, exige distancia —y una fría distancia? ¿Acaso un visión enfriada no es una perspectiva entre otras? ¿Quién tiene (la) razón? ¿La madre para quien el hijo es un don? ¿O aquel que ve su relación como el etólogo, la de los chimpancés? ¿Se equivocaron los supervivientes que estuvieron convencidos de la existencia de Satán tras haber respirado, días tras día, el tufo de los hornos crematorios? ¿Están más cerca de la verdad aquellos que, ubicados en las gradas del dios, contemplan un exterminio como pueden constatar la explosión de una supernova? ¿Quién sabe lo que es una piel? ¿Quien recibe la caricia o quien la observa a través del microscopio? Difícilmente podremos responder a esta cuestión si antes no nos preguntamos en qué sentido hablamos de lo que es. Aunque la conclusión nos resulte extraña —y en consecuencia, inútil. O por eso mismo.
una de economía
octubre 4, 2024 § Deja un comentario
Que formemos parte de una economía de mercado no puede ser algo inocente. Quiero decir: que es iluso creer que podamos seguir valorando, creyendo… como nuestros antepasados. Sin embargo, la fe en un Dios crucificado siempre estuvo más allá de los mapas mentales que nos proporcionan las épocas. Pues dicha fe solo comienza con, precisamente, el derrumbe de las mismas.
chispa divina
octubre 3, 2024 § Deja un comentario
Algo de esto hay. Sin embargo, la connaturalidad entre Dios y el hombre puede comprenderse de dos modos. Desde la óptica sustancial o desde la perspectiva cristiana. En el primer caso, seguimos dentro del todo y, por eso mismo, de la religión. Dios sería, aquí, la sustancia oculta con la que hay que volver a conectarse. Desde la óptica cristiana, en cambio, es chispa divina está hecha con los materiales de la nostalgia. Por eso no apunta —ni puede apuntar— a lo que se encuentre dentro del todo. Incluyendo al dios. De ahí que su horizonte no sean los cielos, sino un increíble nuevo comienzo.
Yuri Gagarin
octubre 1, 2024 § Deja un comentario
Tras su viaje, Gagarin declaró que no había visto a Dios ahí arriba. Esto, como se sabe, fue celebrado por los soviets. ¡Al final, la humanidad pudo constatar la inexistencia de Dios! Sin embargo, y dejando a un lado que no cabe constatar la inexistencia de lo que sea , la convicción de Israel ¿no fue precisamente que Dios no habitaba por encima del mundo? Que Dios se le revelase a Abraham como promesa de Dios, ¿no implicó una modificación del sentido de lo trascendente al pasar de un esquema espacial a uno temporal? Pues eso.
día a día
septiembre 26, 2024 § Deja un comentario
Tras la ilusión, el oficio —la decepción, el defecto de fábrica, el mal olor. Antes, teníamos un mapa mental para hacerle frente a esta situación. Así, podíamos decirnos, por ejemplo, que estamos en el mundo como caídos en desgracia; hay verdad o bien, pero no para nosotros; para nosotros el simulacro de la verdad o el bien. Etcétera. Una vez deja de haber un más allá que nos permita medir la distancia, lo único que nos queda es creer, a la manera del consumidor, que la plenitud está en nuestras manos; que, en el fondo, se trata de comprar el producto adecuado.
Sin embargo, todo producto viene con tara. De ahí que no tardemos en devolverlo a cambio de uno nuevo… yendo de novedad en novedad sin que en realidad haya nada nuevo a nuestro alrededor. Al fin y al cabo, en la cuestión de Dios —en la cuestión de la trascendencia, aunque esta se halle vacía de dioses… o quizá por eso mismo— no solo está implicado Dios, sino una mejor comprensión de lo que significa existir. Es posible que Nietzsche tuviese razón al afirmar que, tras la muerte de Dios, quienes siguieran siendo simples hombres acabarían transformándose en unos prefectos idiotas. Literalmente.
referencia, mundo y Dios
septiembre 25, 2024 § 1 comentario
Un martillo es algo más que un martillo. Es también, un clavo. Y una pared (o una tabla…) También es quien lo utiliza. Ahora bien, ¿por qué emplear aquí el verbo ser en vez del verbo remitir? Pues porque nada es que no aparezca —y ningún martillo aparece sin que, al mismo tiempo y de algún modo, aparezca el clavo. Ver un martillo implica ver un clavo (o una pared, un carpintero, etcétera).
Por consiguiente, decir martillo es decir mundo. El mundo es lo primero. Mejor dicho, un mundo. Así, en lo relativo al hombre, lo primero sería hallarse en medio del mundo. Incluso la reflexión que nos distancia del mundo —y que hace posible que nos comprendamos como los desgajados— ha sido previamente posibilitada por un determinado mundo.
La consecuencias teológicas son inmediatas. Y es que cristiandad significa “un martillo es, en última instancia, Dios”. Que Dios haya muerto —que nuestro mundo no sea ya el de la cristiandad— supone que al ver un martillo ya no podemos ver a Dios. Hoy en día, la remisión a Dios corre a cargo del individuo. De ahí que la creencia en Dios sea, modernamente, equiparable a la de quien da por hecho que los extraterrestres nos vigilan. A menos que las visiones de la fe nunca hubieran dibujado un mapa mental. Aunque nos dé esta impresión, debido precisamente al triunfo histórico de la cristiandad. Y es que la posibilidad a la que apunta la esperanza creyente es, estrictamente hablando, imposible, esto es, una posibilidad que ningún mundo puede admitir como suya. Sin embargo, solo por eso Dios es Dios —y no un titiritero espectral.
mirar hacia arriba
septiembre 24, 2024 § 1 comentario
Es muy difícil admitir que la relación del hombre con Dios comienza, no con la creencia en tanto que suposición, sino con el clamor que los abandonados de Dios dirigen a unos cielos vaciados de Dios. Lo que no es clamor, es mapa mental, el que nos permite orientarnos, completar el rompecabezas. Y aquí da igual si este mapa es el que proporcionó la cristiandad o el que, hoy en día, proporciona el yoga o la astrología. Con respecto a Dios, no hay mapa que valga. El problema del cristianismo fariseo —y aquí conviene recordar que los fariseos fueron buena gente— es que las fórmulas que nacen del clamor las cantan, no los desesperados, sino los satisfechos. La esperanza siempre fue el eco —la reverberación— del grito de los crucificados. La fe es el envés de la cuestión de Dios, en el doble sentido del genitivo.
mundo y trascendencia
septiembre 22, 2024 § 5 comentarios
En la guerra se revela lo que el mundo es. La guerra es la verdad del mundo. Sin embargo, hay epifanía. Es la de instante en el que el soldado decide no clavar la bayoneta en el cuerpo del enemigo… tras clavarse entre sí sus miradas. Aquel en el que la dinámica del odio es interrumpida por un perdón que no podrá prolongarse en el tiempo histórico y que, sin embargo, se revela como lo que, en cualquier caso, debería tener lugar en vez del mundo.
oficio
septiembre 21, 2024 § Deja un comentario
La zona gris, la película de Tim Nelson Blake sobre Auschwitz, tiene un final desconcertante. No es propiamente una escena, sino unas palabras, que escuchamos a través de una voz en off. La idea es que con el tiempo todo, incluso el horror, se convierte en oficio. Se aplastó la rebelión. El trabajo continúa.
¿Cómo entender, por tanto, el heroísmo, el instante epifánico? Caben dos posibilidades. Como ilusión o como signo. Que sea una u otra dependerá de si hay o no trascendencia. Desde la primera óptica, lo real se impone como desmentido. Un duro desmentido. Cualquier ilusión reposaría, por tanto, sobre un error de comprensión. Desde la segunda, el mundo es algo así como una copia imperfecta. O en bíblico, un promesa, un porvenir… del cual, sin embargo, tampoco podemos hacernos una idea que no sea insensata. En cualquier caso, y por parafrasear a Kafka, habría verdad —habría significado—, pero no para nosotros. Al menos, de momento.
Aun así, el nihilismo esconde un as bajo la manga. Y es que ni siquiera los espectros, de tener consciencia de sí, podrían soportar una dicha sin término.
catástrofe, literalmente
septiembre 20, 2024 § Deja un comentario
La muerte del enviado fue, tal cual, una catástrofe. Es decir, el cielo se derrumbó sobre su cabeza. Nada por encima o más allá. Que el cristianismo sostenga que nuestra verdadera relación con Dios comience a partir de entonces —esto es, donde no parece que haya Dios— no deja de ser, cuando menos, curioso. Precisamente, porque la catástrofe no es un episodio más. El resucitado conserva, hace falta recordarlo, las marcas de la cruz. Tampoco hablamos de la resiliencia. Pues esta solo tiene que ver con nosotros, con nuestra habilidad para superar el trauma. Hablamos de la fraternidad. Pues que seamos hermanos solo se nos revelará cuando no quede nada en pie a nuestro alrededor. Y no —o no solo— porque así lo sintamos.
tiempos modernos
septiembre 19, 2024 § Deja un comentario
¿Qué significa que Dios haya muerto? Entre otras cosas, que Dios ha dejado de estar presente. Incluso como tema. La inmensa mayoría ni siquiera siente un cierto interés por la cuestión de Dios. En su lugar, los remedios espirituales —el reiki, la carta astral, el yoga… O lo que, acaso sea peor, una continua distracción: el shopping, Netflix, las cenas del fin de semana, el éxito… No sea que nos detengamos y caigamos en la cuenta de que no hay nada bajo nuestros pies. Ni por encima de nuestras cabezas.
curioso, curioso
septiembre 18, 2024 § Deja un comentario
Que te sientas libre, no significa que lo seas. Que te sientas importante, no implica que seas algo más que un soplo en un cosmos que ignora tu existencia. Pero ¿es posible que baste con sentirse hombre o mujer para serlo?
niños
septiembre 17, 2024 § Deja un comentario
Estamos educando a nuestros chicos para que sigan siendo unos niños. ¡Cuidado que no se rompan! Pero vivir es rozarse —y a veces, hasta la ruptura. Es lo que tiene la proscripción de la figura paterna. ¿Qué hace un padre? El milagro de resucitar a los muertos: levántate y anda. ¿A qué nos exhorta, en cambio, el psicólogo? A evitar por todos los medios el trauma. Toneladas de algodón sobre la herida… y aquí nada ha tenido lugar.
Ciertamente, no se trata de buscar el trauma por el trauma. Pero la vida tiene momentos traumáticos… a los que hay que saber enfrentarse. Si haces problema de lo que no es, los chicos harán un problema de lo que no es. Son así de miméticos. Si les escamoteas la realidad —y la realidad es dura—, entonces no lo preparas para la vida, sino para un mundo virtual. Y a esto se le denomina, sencillamente, engaño.
es así
septiembre 16, 2024 § Deja un comentario
Lo que en lenguaje se expresa, nosotros no podemos expresarlo a través del lenguaje. O mejor dicho, a través del decir que señala. Hablamos del carácter otro de lo que tenemos enfrente o, incluso, a mano. Aquí, el único recurso es el mito. Este es el principio de cualquier profundidad. Pues la profundidad comienza donde admitimos que algo se nos escapa irremediablemente. Aun cuando este algo no sea nada en particular.
Otro asunto es que tengamos que vivir de espaldas al misterio. Sin embargo, donde todo es distracción, tampoco es que nos distingamos especialmente del simio.
es
septiembre 15, 2024 § Deja un comentario
O la mujer —o el árbol, la mosca…— es un milagro; o, en definitiva, no es más que res extensa, aun cuando nos digamos, ilusamente, que es algo más. Como el árbol o la mosca. Al fin y al cabo, se trata de aclararse con respecto al es. Las cuestiones últimas son últimas por algo. Pues no es lo mismo que lo verdadero se nos presente como donación que como objeto. Y no es lo mismo porque con la pregunta por el sentido de ser está en juego, como vieron los griegos en su momento, nuestra profundidad —que seamos algo más que chimpancés espabilados.
Quizá valdría la pena que nos tomásemos un poco más en serio a Nietzsche, cuando dijo que con la muerte de Dios muere también el hombre. Y es que el hombre está muerto donde su deambular por el mundo, y estando, como está, atrapado por la reducción de la verdad a objetividad, se halla por entero al servicio de la lógica del dominio tecnológico de cuanto hay, aquel cuyo principio es, precisamente, si es posible, entonces debe llevarse a cabo.
amor a la verdad
septiembre 14, 2024 § Deja un comentario
Quién no ama la verdad, se preguntaba Agustín. De acuerdo. Sin embargo, ¿quién la prefiere? ¿Acaso no preferimos dar por descontado que aquello en lo que creemos es tal y como lo creemos? ¿No nos incomoda que nos pregunta si es verdad que amamos a quienes decimos amar? ¿O si realmente creemos en Dios? ¿No será, más bien, que creemos creer?
Quizá no andaba tan desencaminado Platón cuando escribió, a propósito de Sócrates, que una vida examinada —la vida que se cuestiona a sí misma, aquella que cultiva su inquietud— tiene más valor que una vida sin examinar. Pues hacen falta una cuantas dosis de valentía para encarar el hiato que media entre la verdad y los que nos parece verdadero. Y no porque la verdad sea una apariencia más profunda —algo así como un descubrir lo que hay tras la puerta—, sino porque lo verdadero se revela a la razón como paradoja y, por extensión, como la imposibilidad de un saber. De ahí que quien ama la verdad, tarde o temprano, deba aceptar que su destino será permanecer en un estado de suspensión. Que esto sea lo mejor que nos pueda suceder, según Platón, es, cuando menos, desconcertante.
alergias modernas
septiembre 13, 2024 § Deja un comentario
Es posible que el reparo moderno a la figura de Dios vaya de la mano con la alergia que experimenta el individuo actual a toda forma de poder. De ahí que estemos llegando al extremo de que se ofenda ante la irrupción de la autoridad. Incluso legítima. El problema es que, al experimentar esta alergia como intolerable, el individuo se aleja —y notablemente— de un mejor comprensión de sí. Pues no hay sujeto que no se encuentre sujeto a. La cuestión que decide la orientación de una existencia es a qué —o a quién. En definitiva. se trata de la cuestión del padre. Por tanto, se engaña aquel que se dice a sí mismo que no depende de nadie. Pues, de hecho, lo que dice es que ignora de qué poder depende —y lo más probable es que ese poder sea el de lo anónimo o impersonal. Al fin y al cabo, el poder que más nos puede siempre fue invisible.
pater noster
septiembre 12, 2024 § Deja un comentario
¿Padre de todos —de los que creen y los que no? Sí. Pero ¿como podría serlo el demiurgo? No. Más bien, hablamos del silencio que cubre por igual los campos de amapolas como los hornos crematorios. ¿En que consiste, por tanto, la paternidad de Dios?
Por defecto, un padre siempre está presente como la voz que nos exige querer, a la vez que nos indica qué debemos querer. Incluso muerto. O hasta podríamos decir que, sobre todo, como muerto. Nadie sabe lo que quiere en verdad mientras no sepa qué quiere de él su padre. Otro asunto es que, hoy en día, la devaluación de la figura paterna nos dificulte, cuando menos, entender lo anterior.
¿Ahora bien, a qué puede obligar un padre que se revela como silencio omnipresente? ¿Cuál es la elocuencia de ese silencio? Israel, lo tuvo claro, aunque tardase siglos en comprenderlo: la fraternidad de los herederos; que nadie se quede sin el pan de cada día. Y ello frente al lado terrible de Dios, el que inspira, precisamente, el temor de Dios… aquel sin el cual no hay fe que valga. Pues en Dios reside el poder de la aniquilación. Y esto es así en tanto que, en sí mismo, no es nada (y, por extensión, nadie aún). Fue Dios quien arrojó al hombre a la existencia, a través de su negación de sí. El deber de la fraternidad se da, por tanto, en nombre del Padre. Pero, por eso mismo, permanecemos enfrentados al Padre… como los que resisten a la posibilidad de la aniquilación, aunque no siempre en la buena dirección. El amor de Dios es el envés de la maldición originaria. Dios es tan terrible como misericordioso. Pues seguimos con vida a pesar de nuestra iniquidad. Desde el principio, Dios quiso que viviéramos a su costa —a costa de sí mismo. El sacrificio de Dios —el don de la vida— implica la oscuridad de Dios, la esencial invisibilidad del nadie aún que, abrazando cuanto es, permanece como el fondo inalterable de la existencia.
De ahí que la fe sea inseparable de la cuestión de Dios, en el doble sentido del genitivo. Donde ignoramos la cuestión, prevalece el mapa mental religioso en el que todo cuadra. Sin embargo, en la vida pisaremos territorios que no aparecen en el mapa. Y, a menos que hagamos como si no los pisáramos, esos territorios harán trizas el mapa. Un mapa mental es un modo de ver. Sin embargo, nunca hubo nada que ver en los Gólgotas de la historia. En vez de la visión, el insoportable peso de un silencio elocuente.
en sí-para sí
septiembre 11, 2024 § Deja un comentario
Dice el chico a la chica: me has robado el corazón ¿Es así? Obviamente, no en un sentido literal. Pero ¿es por eso menos verdadero? El científico se limitaría a poner encima de la mesa una alteración hormonal (o algo parecido). Esto es, ni más ni menos, lo que sucede. También podríamos decirlo de las hormigas. De acuerdo. ¿Se trata, por tanto, de un como si me hubieras robado el corazón —de un modo de referirse a la alteración hormonal de los amantes? No apostaría a que estos tengan en mente referirse a dicha alteración cuando se ponen poéticos.
La metáfora es el lenguaje de la aparición, no de lo constatable como hecho desde la grada del espectador imparcial: “apareces como la que me ha robado el corazón”. En vez de un como si, un como. Esto no niega, por descontado, la alteración hormonal. Pero la descripción de lo que sucede no da testimonio de la aparición. Así, nada aparece que no sea otro. Y el otro es siempre el resto invisible de lo visible, en definitiva, un no soy nada. El lenguaje científico ignora el carácter invisible de una genuina alteridad. Las hormigas, como los amantes, también reaccionan a estímulos. Pero nada —ni nadie— se aparece a los insectos. Sin embargo, no terminamos de dar cuenta de lo real —y en definitiva de lo verdadero— donde prescindimos de la aparición.
veo, veo —qué ves
septiembre 9, 2024 § Deja un comentario
Decimos: el mundo es una ficción. De acuerdo. Pero la pregunta sería: ¿realmente es así? En principio, cuanto nos ocupa —y por eso mismo, distrae— se revela como irrisorio una vez el cielo se derrumba sobre nuestras cabezas. Esto es, donde finaliza el mundo. Sin embargo, ¿no podría tratarse, simplemente, de una impresión —de una perspectiva entre otras? ¿Por qué el desastre debería tener primacía epistemológica sobre la vida corriente? De hecho, la lección del libro de Job es distinta. Tras el desastre, la bendición no se le impuso como ilusoria. Tampoco, obviamente, la desgracia. ¿En definitiva? Una creación por resolver. La cuestión no es de qué se trata en el fondo, sino qué acabará siendo.
El nihilista, en cambio, diría: no hay nada qué resolver. No habrá veredicto. En su lugar, el eterno retorno de lo mismo, ese continuo ir y venir entre los días de Sol y la tormenta.
un Dios sin nadie que pueda dar testimonio
septiembre 7, 2024 § Deja un comentario
¿Cuál es el inconveniente de que Dios no sea un ente, ni siquiera aunque añadamos el adjetivo supremo? Pues que seguiría habiendo Dios… de extinguirse la humanidad. Al igual que damos por descontado que el cosmos continuaría a su bola. Pero ¿por qué deberíamos entenderlo como un inconveniente? O mejor, ¿para quiénes lo sería? ¿Para aquellos que comprendieron, junto con el antiguo Israel, que Dios no puede pertenecer al todo sin transformarse en un dios? Cuanto pertenece al todo, incluso tratándose de su piedra angular, no puede comprenderse como el fundamento del todo.
Imaginemos que la humanidad se extinguiera como antes se extinguieron otras especies. Si Dios es el Dios que invoca al hombre —y no, el Dios que además lo invoca— ¿a quién podría llamar Dios? No parece que, para el creyente, tenga mucho sentido un Dios concebido como la pieza que sostiene el edificio del mundo, esto es, un Dios que sobreviva a su criatura. Pero en ese caso ¿acaso no deberíamos admitir que Dios es una proyección del hombre? Quizá si hablamos del dios de la religión. Pero no, si Dios es el Dios cuya creación supuso una negación de sí hacia su quién de carne y hueso. Dios y hombre se copertenecen. Y puesto que el hombre existe como arrojado al mundo, esta copertenencia abraza la totalidad de cuanto es.
Evidentemente, lo anterior no termina de hacer buenas migas con el presupuesto fundamental de la actividad científica —aunque también del sentido común—, a saber, que el cosmos está ahí —y lo seguirá estando— con independencia de que haya alguien que pueda observarlo. Pero si la ciencia y el sentido común dan en el clavo, ¿no deberíamos aceptar que el cosmos está por encima de un Dios que es su voluntad de depender del hombre que depende de Dios —del Dios que solo se hace presente a través de la adhesión incondicional del hombre de Dios? Ciertamente… si no fuera porque Dios-en-sí no es nada. Porque Dios es su negación de sí en favor de lo otro de sí —y por eso mismo, Dios-en-sí es como nadie—, la posibilidad del aniquilación permanece, junto con el don de la existencia, como la imposibilidad que sostiene cuanto es. Nada habrá una vez se extinga la humanidad. Aunque esa nada esté llena de rocas incandescentes.
Con todo, y en nombre de una vida que nos ha sido dada desde el retroceso de Dios, no es eso —la extinción— lo que espera el creyente. Aunque contra toda evidencia.
abstract
septiembre 6, 2024 § Deja un comentario
Con el rotulador grueso, podríamos resumir el pensamiento de Nietzsche diciendo lo siguiente: nada importa realmente; desde la óptica de la eternidad, da igual que una madre abrace a su pequeño a que lo abandone en un contenedor. La única cuestión que está en juego no es la de la verdad —nunca lo fue—, sino la de quién gana, aunque sea con la excusa de lo verdadero o justificado, esos como si.
¿Cuál es el problema de un resumen? Que se ahorra el agon, el malestar nocturno, la pesadilla con la que tuvo que lidiar el filósofo de turno… y que deja en suspenso, precisamente, sus conclusiones. No comprendemos a ningún pensador hasta que no vemos a qué monstruosidad se enfrentó. Y un monstruo siempre sobrevive a su derrota. Al leerlo —o incluso mejor, escucharlo—, deberíamos siempre preguntarnos cuál fue su ángel de Penu-Él. Y es que acaso sea este el único modo de sobreponerse a la seducción de la retórica que, inevitablemente, va de la mano del pensar.
ad hominem
septiembre 5, 2024 § Deja un comentario
La tesis de fondo que recorre los escritos anticristianos de Nietzsche ¿no será, en definitiva, una variante del argumento ad hominem? Que Nietzsche perciba tanto en el cristianismo como en su guarda pretoriana, la metafísica, la operación básica del resentimiento —y que, por eso mismo, quede al descubierto su impostura— ¿no supone hundir los pies en las arenas movedizas de la falacia, al apelar únicamente al quién? ¿No es este el hijo del carpintero?
Aceptemos que el sacerdote dice lo que dice porque, en lo más íntimo, le corroe la envidia. Sin embargo, Einstein podría haber formulado la teoría de la relatividad general en un estado de embriaguez. De ahí que la pregunta sea si, a pesar del rencor que lo anima, es o no verdad lo que el sacerdote afirma, aun cuando a la hora de responder debamos tener presente que, en este contexto, la palabra verdad no funciona —ni puede funcionar— bajo los presupuestos del sentido común.
No obstante, quizá entendamos mal a Nietzsche donde permanecemos anclados en esta interpretación. Pues su idea madre es que no hay más que voluntad de dominio. Así, el resentimiento sería uno de los modos, acaso el más perverso, de llevar a cabo la pretensión de ganar que anima cuanto es. Desde su óptica, la cuestión es quién es inocente y quién, culpable. Esto es, quién juega poniendo las cartas sobre la mesa y quién se guarda un as bajo la manga. Y aquí quizá sea inevitable preguntarse si esta operación no sigue siendo, al fin y al cabo, moral. Nietzsche, ciertamente, nunca lo negó. De ahí que el asunto sea en nombre de qué se distingue, una vez más, entre los buenos y los malos. Y si ese qué es o no verdadero… aunque ningún hecho pueda confirmarlo.
el dios bailongo
septiembre 3, 2024 § Deja un comentario
Hay algo que no termina de cuadrar en la figura nietzscheana del superhombre —y ello con independencia de que Nietzsche quizá acierte con su diagnóstico acerca de la superación de lo humano. Y es que ¿acaso el superhombre no se hartará de bailar? ¿Hasta qué punto o momento podrá soportar que nada le importe? Ciertamente, estoy caricaturizando. Pues Nietzsche no dice que el übermench se pase el día de fiesta en fiesta. Pero a veces la caricatura es más reveladora que una foto hiperrealista.
En cualquier caso, que supongamos que, a la larga, el superhombre tendrá que volver a distinguir entre el Bien y el Mal —entre lo que debe preservarse y lo que no— para sobrevivir psíquicamente presupone un marco mental aún humano —o incluso demasiado humano. Y los tiros de Nietzsche no van por ahí. Al fin y al cabo, se trata de abrazar la desesperación que provoca el carácter monstruoso de una facticidad que no admiten redención. Puede que Nietzsche comprendiera mejor que muchos cristianos de hoy en día qué significa estar ante un Dios. También lo comprendió Job en su momento. Y a costa de un enorme sufrimiento.
Sin embargo, la diferencia entre Nietzsche e Israel pasa por la respuesta a la pregunta acerca de lo que se desprende de la revelación. En el caso de Nietzsche, que no nos importe bailar sobre un pira de cadáveres, en definitiva, que no valga ningún remordimiento. Se trata de asumir hasta la efervescencia dionisiaca que, desde la óptica de la eternidad, tanto da acariciar que asfixiar. En cambio, en el caso de Israel, lo que se deriva es la Ley, el deber de responder a la demanda del hambriento. Pues la obediencia a Ley se revela como el único modo de resistir al exceso aniquilador de Dios.
Que Israel creyera que la Ley se imponía frente a Dios en nombre de Dios sugiere, cuando menos, que su experiencia acaso fuese más profunda que la de quien apostó por Dioniso en vez del crucificado.
es así
septiembre 2, 2024 § Deja un comentario
Dice Dorothee Sölle, “solo se puede creer cuando ya se ha muerto alguna vez”.
Y es cierto. Únicamente, me atrevería a añadir una nota al pie: tan solo cabe incorporar el contenido de las fórmulas de la fe tras la muerte… o tras haber muerto con los que mueren antes de tiempo. Y aquí muerte significa: no nos queda vida por delante… aun cuando biológicamente sigamos con vida durante siglos. Quienes han perdido a sus hijos, por ejemplo, no ignoran que ya están muertos.
No es anecdótico que cristianamente la fe vaya de la mano con el final de los tiempos, en definitiva, con un cierto sentido de la urgencia: no nos queda mucho tiempo por delante. Traducción: para el creyente, el mundo ha dejado de ser su horizonte, el campo de su posibilidad. No hay nada qué hacer desde nuestro lado, salvo seguir siendo fieles al mandato divino, a saber, el que nos impulsa a dar de beber al sediento, vestir al desnudo… Y esperar. Al fin y al cabo, la convicción cristiana es que lo decisivo de la existencia —el Sí o el No— sucede tras la muerte.
(Aquí el nihilista diría que no hay nada que esperar. Nada nuevo tendrá lugar. Y la historia parece confirmarlo. Ahora bien, ¿la resurrección de los muertos no fue —y sigue siendo— un dato? ¿Acaso aquella madre judía, cuyos nueve hijos murieron gaseados en Auschwitz, no resucitó al acoger a los huérfanos de Israel que, después de la guerra, deambulaban por las calles de Jerusalén? Y este volver a la vida con las huellas del crimen aún adheridas a la piel, ¿no apunta a que al final la vida debe triunfar sobre el hedor a muerte? Quien se toma en serio su fe no puede menos que tomarse en serio el nihilismo. Pues frente al mismo tan solo cabe un imperativo en nombre de, en modo alguno un ideal o una previsión que podamos admitir.)
nihilismo o aparición
septiembre 1, 2024 § Deja un comentario
Aunque sea secretamente, las mujeres y los hombres aguardan la aparición, encontrarse con alguien extraordinario, lo nuevo… ¿Qué significa nihilismo? Pues que no hay —ni habrá— aparición, ni nada extra-ordinario o absolutamente nuevo. En su lugar, su simulacro: el destello, la novedad. Nada resiste el paso del tiempo. Es decir, solo la nada resiste. Al fin y al cabo, la sensación de que la vida posee un sentido —una solución, un telos— es debida a que, en realidad, vivimos dentro de un plazo (y relativamente breve). Quien deposita su esperanza en la eternidad ignora que el cielo y el infierno son las dos caras de un mismo final de los tiempos.
niveles de comprensión
agosto 31, 2024 § Deja un comentario
Todo el mundo muere solo. Y sin embargo, siempre hay quien dice que mucha gente muere acompañada de sus seres queridos. Pues eso: hay quienes entienden, y quienes no… creyendo, sin embargo, que están en lo cierto. El problema actualmente es que los que tienen el megáfono son estos últimos. Prevalece, por tanto, el griterío, twitter, el hablar sin tener ni idea. Incluso se gobierna teniendo en cuenta las encuestas, las corrientes de opinión. Malos tiempos para cualquier profundidad.
Con todo, la profundidad siempre fue un asunto minoritario. La diferencia, quizá, es que antes el ignorante no se atrevía a levantar la voz. O, mejor dicho, no tenía ninguna oportunidad para levantarla. Hoy, cualquiera puede crear su canal de youtube… y triunfar diciendo sandeces. Una cultura, en gran medida, se define por quién detenta la autoridad moral —a quién se escucha o se tiene en cuenta.
razón y fe
agosto 29, 2024 § Deja un comentario
Ciertamente, la razón puede alcanzar el dominio de la trascendencia —puede comprenderlo. Y aquí no tenemos por qué apelar a la escolástica. Basta con Hegel. O con Heidegger. Aun cuando ninguno admitiera que su pensamiento fuese teología por otros medios. Ahora bien, nadie cree porque sepa que, efectivamente, hay Dios —o mejor dicho, porque esté convencido de que el haber de Dios, en tanto que puro haber, es el envés de la negación de sí: no hay haber que no sea sea un haber del mundo —y por eso mismo, el puro haber es lo que continuamente retrocede en el haber del mundo.
El problema consiste en que los resultados del ejercicio de la razón, a causa de su extravagancia, no son fácilmente incorporables… si es que pueden llegar a serlo. El hiato que media entre la sensibilidad y la razón es insalvable. Seguimos viendo la tierra como si fuese plana, aun cuando sabemos que no lo es. En buena medida, el creyente común es un terraplanista.
De ahí que quizá no sea casual que, según el cristianismo, la definitiva incorporación de la verdad de Dios —el que se haga cuerpo— no se dé a través de las imágenes que inspiran la devoción —y más si esas imágenes no arrastran la historia que hay detrás—, sino donde ya no cabe hacerse ninguna imagen de Dios. Esto es, en Getsemaní.
Poco comprenderemos del carácter de la esperanza cristiana de continuar tomando sus imágenes, más bien delirantes, como si concretaran una expectativa, una previsión. Pues, en realidad, poseen el carácter de una desesperada invocación, por no decir del clamor: maranatha. En nombre de Dios, el verdugo no puede vencer. Aunque sensatamente no podamos tomárnoslo en serio.
de un lado a otro
agosto 28, 2024 § Deja un comentario
Lo real es lo que aparece. De acuerdo. Pero qué aparece en lo que aparece. Tampoco terminamos de saberlo. Hay demasiada mezcla en cuanto sucede. En realidad, una confusión de contrarios. Así, la bondad se nos revelará como acontecimiento —como la irrupción de lo definitivo— donde no haya bondad. Al igual que si todo fuese bondad, el conflicto, la oposición, la rotura de platos se nos impondrían como lo que debe aparecer frente a la irrelevancia de una felicidad eterna. De hecho, llama la atención —e incluso el interés— que lo más real irrumpa siempre como lo excluido o dejado atrás en cuanto pasa. Y por eso mismo, como lo que tiene que regresar. O también, como lo único que puede liberarnos del imperio del presente.
mapa mental y delirio
agosto 26, 2024 § Deja un comentario
Creer, en la mayoría de los casos, supone permanecer fijados a un mapa mental —a un modelo—: las piezas del puzzle cuadran. Como quien sufre manía persecutoria o está convencido de que hay conspiración: no salen de ahí. Pero, como sucede con los modelos científicos, nuestros mapas mentales comienzan a tambalearse con el surgimiento de la anomalía. Desde la óptica cristiana, el equivalente sería la cruz. Pues la cruz supone la impugnación —el desmentido— de nuestras suposiciones acerca de Dios. En cierto modo, la cruz se presenta como la versión más cruda del momento de la interrogación socrática: los antecedentes quedan en suspenso.
Por lo común, la gente procura resolver el impasse haciéndose otro mapa. Así, se convencen a sí mismos de que han dejado atrás la ilusión, cuando lo cierto es que simplemente han cambiado de paisaje. La lucidez no siempre sucede al desmentido. Pocos, sin embargo, permanecen en estado de suspensión —y obran en consecuencia. La ignorancia socrática no fue una boutade. Ni el abandonarse del crucificado, una derrota. Al fin y al cabo, la seriedad va con la intemperie.
volver a la caverna
agosto 24, 2024 § Deja un comentario
El filósofo está abocado a la incomprensión. Esta, de hecho, es una de las moralejas del mito de la caverna: mejor quedarse ahí arriba (y si fuera posible en compañía de amigos). Aquí no hay pedagogía que valga. El regreso es siempre mortal. Es como si obligasen al físico cuántico a convencer a cualquiera de que la materia no es lo que parece… en un mundo en donde la ciencia no tuviese la autoridad que hoy en día posee. ¿Hasta que punto podría soportar la cháchara autorizada de los que ignoran —sus serias objeciones? El precio de la vida examinada siempre fue la soledad. O también, el pathos de la distancia, que decía Nietzsche, un pathos que tiene que recurrir, precisamente, de la ironía si de lo que se trata es de volver a casa. Con todo, la ironía difícilmente será un salvoconducto donde la masa enfurecida necesita encontrar un cabeza de turco. Para Sócrates, cicuta on the rocks.
o lo uno, o lo otro
agosto 23, 2024 § Deja un comentario
De entrada: ante Dios, sin Dios. Y aquí caben dos alternativas. O Prometeo, o la Ley. Ambas han dibujado el perfil de Occidente.
ninguneo
agosto 22, 2024 § Deja un comentario
A veces pienso que el hecho de que creamos que la existencia tiene un sentido —o que hay un dios interesado por nuestra suerte— hace posible que sigamos considerándonos el centro: como si fuéramos los protagonistas de la película. ¡El mundo nos tiene en cuenta!, nos decimos. Pero basta con sufrirlo como víctima para caer en la cuenta de que no es así. Que Dios en verdad, según Israel, sea el Dios de las víctimas significa, no que haya un dios que intervenga a su favor —de hecho, Israel terminó desplazando la intervención de Dios hacia el final de los tiempos—, sino que Dios en realidad es el Dios que se echa en falta.
En este sentido, el libro de Job, en contraste con los textos proféticos, es desconcertante. No hay aquí promesa. Tan solo, un hallarse expuesto a la desmesura de Yavhé, a la que se le debe, de hecho, tanto la luz como la oscuridad. ¿Al final? Un Job arrodillado… y nada más. Ninguna esperanza en el desembarco de las tropas de Yavhé que ponga las cosas en su sitio. ¿Acaso solo Job supo que significó hallarse expuesto a la verdad de Dios? El fuego ¿no nos liberó, precisamente, de esta exposición? O mejor: ¿no es en nombre de Dios —del Dios que retrocedió para que pudiéramos vivir— que debemos enfrentarnos a la oscuridad de Dios? Si todo es voluntad de poder, ¿no deberíamos admitir que solo Prometeo fue el único dios capaz de amarnos?
Tertium non datur, para quien sabe qué significa ser un dios: o de rodillas o resistencia.
heideggerianas
agosto 21, 2024 § Deja un comentario
¿El olvido del ser —o mejor, de la cuestión acerca del sentido del ser? Una variante del olvido de Dios. Heidegger rechaza la ontoteología —la confusión entre el ser y el ente supremo, una confusión que el atribuye a la tradición metafísica— como la teología dialéctica rechazó el dios de la religión al distinguirlo del Dios de la fe. Que vivimos de espaldas a Dios, aunque sea con la excusa de dios, es algo que Israel comprendió , y a costa de un enorme sufrimiento, hace unos cuantos milenios. Como también comprendió que la realidad de Dios no es la del ente, sino la de un eterno porvenir. Así, la clave para comprender la extrema trascendencia de Dios es temporal, no espacial. Heidegger sostuvo, a su modo, que la posibilidad es lo más real. El aire de familia es innegable.
Heidegger dijo con relativa frecuencia que el no hacía teología. Y, ciertamente, no hizo teología… si la piedad va, de algún modo, con el quehacer del teólogo. Pero me atrevería a decir que, sobre todo, no la hizo porque dejó a un lado lo que se desprende del eterno porvenir de Dios, a saber, el tener que responder a una demanda infinita. A lo sumo, la ética que se deriva de Ser y tiempo —y se deriva porque se encuentra entre sus premisas— es la de un cuidado de sí. Levinas, sin embargo, comprendió —al comprender que el mandato es el envés de nuestro hallarnos esencialmente expuestos al carácter inefable, por inexistente, de la alteridad— que el Talmud acaso fuese más profundo que las parrafadas de su maestro. Aunque también Levinas dijo que él no hacía teología.
cuidado de sí
agosto 20, 2024 § Deja un comentario
El todo no puede serlo todo, para quien cuida de sí mismo —y quién no. El error —lo que distingue una vida claramente equivocada de otra que no termina de estarlo— consiste en creer que lo que nos falta es algo en concreto, cuando lo que nos falta es dejar de creerlo. Pues aquí —y sobre todo aquí— es cierto aquello de que menos es más.
línea de salida
agosto 19, 2024 § Deja un comentario
A la hora de plantear la cuestión del saber —de qué hablamos cuando hablamos de lo real— podemos situarnos en dos posiciones: la de quien ocupa el lugar de un Dios omnisciente —esta sería la posición del sujeto de la teoría— y la de quien se sitúa en el centro de la existencia como aquel que se encuentra expuesto a la desmesura de lo que le supera , es decir, a lo otro por defecto. Son dos posiciones que responden a dos actitudes diferentes. Por un lado, tendríamos la pretensión de dominio —vita activa—; por otro, el sentido de una dependencia fundamental que sostiene, en el fondo, la vita contemplativa.
¿Cuál de las posiciones —la de la ciencia y la de la espiritualidad— nos permitiría responder adecuadamente a la pregunta acerca de lo que hay en verdad? En principio, la muerte, en tanto que irreparable, sería el índice de nuestra finitud. Y quien dice finitud, dice exposición. Donde la vida se nos ha dado dentro de un plazo, la posición dominante es, por tanto, la de la espiritualidad. Ahora bien, ¿es posible que la técnica consiga eliminar la muerte como horizonte? La posibilidad de detener el envejecimiento celular, de clonar nuestros cuerpos —jóvenes, se supone— y, en definitiva, de trasladar la mente de un cerebro a otro suprime el misterio. Desde la perspectiva científica, no hay nada que sea esencialmente misterioso o extraño —nada en definitiva otro. A lo sumo, el misterio se entiende como reto —como lo aún por descubrir o asimilar.
La operación de Nietzsche es enormemente lúcida. Pues, a pesar de su filobiologismo, Nietzsche —quizá también como heredero del romanticismo alemán— conservó un sentido de la trascendencia… el cual se expresa en la convicción de que, tras la muerte de Dios, el hombre será superado. En este sentido, la relación del superhombre con el hombre sería análoga a la del hombre con el simio. Ahora bien, para comprender qué significa que el hombre sea superado hay que tener presente que, tras la muerte de Dios, el espacio de la trascendencia es ocupado por la técnica, cuyo mandato básico es si puede hacerse, debe hacerse. De este modo, el superhombre termina siendo un títere de la voluntad de poder que se realiza en la técnica… lo que le convierte en, literalmente, un idiota, alguien incapaz de salir de sí mismo. De ahí que su única resistencia al imperio sea ponerse a bailar. Sea sobre un campo de amapolas o de una montaña de cadáveres.
resistencia a la totalidad
agosto 18, 2024 § Deja un comentario
Quizá algún día comprendamos que respetar la prohibición —el no-todo debe hacerse, aun cuando sea posible—, es el único modo de resistirse al imperio del mundo —el único modo de no convertirnos en marionetas. Y que difícilmente la respetaremos —al menos, la fundamental— si no reposa sobre un sentido de la sagrado. De hecho, el no-todo de la prohibición es el envés de la realidad de Dios —la realidad del no ser nada—, aquella por la que el todo es el no-todo.
modernidad y seguimiento
agosto 16, 2024 § Deja un comentario
La revelación cristiana presupone la devoción creyente. Pues la revelación cristiana pasa por la cruz, esto es, por el fracaso de la pretensión religiosa del enviado. Hoy en día, el trayecto aún puede seguir siendo el mismo. Pero solo para quienes —¿quizá de manera infantil?— siguen dando por supuesto que en los cielos hay un ángel de la guarda saturado de esteroides. Para el resto —para quienes han aceptado los tiempos sin trampantojos—, el punto de partida es, inevitablemente, el contenido de la revelación —el ante Dios, sin Dios de Bonhoeffer. Cristianamente, el envés de ante Dios es un hallarse a los pies de un crucificado en nombre de Dios. Aquí la devoción ya no tiene otro soporte que el de las historias de quienes soportan el peso de la cruz. Pues solo sus vidas nos hablan de Dios en verdad.
El ateísmo fácil prescinde del ante Dios. Pero en ello reside su ingenuidad, algo así con la contraparte de la ingenuidad de quien supone que hay Dios como pueden haber fantasmas. Y si prescinde es porque aún no ha caído en la cuenta de lo que acaso sea lo más sobrecogedor de la existencia, a saber, que la realidad del Padre coincide en su negación de sí en favor de un Hijo hecho carne. Pero este es otro asunto.
el nihilismo y su superación
agosto 15, 2024 § Deja un comentario
La superación del nihilismo solo puede proceder del nihilismo. Pues la superación conserva en su seno lo superado. De lo contrario, no hablaríamos de superación, sino de pareceres contrapuestos. Y esto tiene mucho de naïve.
Ahora bien, esa superación ya se dio históricamente. Hablamos de Israel. Pues Israel, tras la experiencia del exilio, comprendió, antes que Bonhoeffer, que estamos ante Dios, sin Dios Que la fraternidad —la Ley— no tiene otro fundamento que la imposibilidad de Dios. Pues ante el Dios que nos abandona —el Dios que nos arrojó al mundo retirándose del mundo— somos el mismo huérfano. Difícilmente entenderemos, cuando menos, qué significa hallarse expuestos a la trascendencia de Dios, mientras no admitamos que Dios es imposible —que Dios no es una posibilidad del mundo. El carácter absoluto o ab-suelto —esto es, sin juicio— de la alteridad avant la lettre no puede hacerse presente sin negarse como absoluto.
De ahí que solo obedeciendo al mandato de Dios, el que se desprende, precisamente, de su insobornable trascendencia, puedan los hombres resistir al lado oscuro de dicha trascendencia, el que se revela como el poder de la aniquilación. Así, obedecer a Dios es resistirse a Dios. Pero resistir no es negar. De hecho, se trata de lo contrario. Quizá la redención siempre fuese una redención de Dios, en el doble sentido del genitivo.