de los quarks
julio 7, 2020 § Deja un comentario
Incluso bajo el instinto, el hombre pretende alcanzar la estatura de un dios. Difícilmente, puede contentarse con lo básico. La pornstar tiene que presentarse como diosa, posar sin vergüenza. Su desnudez debe desafiarnos. Un dios —un noble— no tiene motivos de los que avergonzarse. Al igual que ninguno de nosotros tampoco se avergonzaría ante la mirada de un chimpancé. Sin embargo, el hombre no está a la altura de sus fantasías. De ahí que estas solo puedan realizarse cutremente. Los dioses tienen que ser contemplados a distancia. Un dios es intocable. Y no porque, de hecho, no podamos tocarlo, sino porque su hechizo desaparece al aproximarnos, al convertirse en carne. Un cuerpo, de cerca, siempre termina oliendo mal. El lúcido nihilismo de Las partículas elementales nace, precisamente, del derrumbe de los cielos virtuales. No otra cosa quiso decirnos Nietzsche. O Diógenes. Por eso mismo, hay un cierto parentesco entre el nihilista y el cristiano. Pues quien regresó con vida del infierno, tampoco se avergüenza de su presente, en cualquier caso del que fue. Ninguna fantasía se mantiene en pie. Sencillamente, él ya no importa.
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