Dios no es lo primero
junio 14, 2021 § Deja un comentario
Donde lo primero, con respecto a Dios, es Dios, tarde o temprano acabamos regando fuera del tiesto cristiano. Pues de dar por hecho que Dios es, por ejemplo, misericordioso, el Hijo de Dios será, en el mejor de los casos, casi tan misericordioso como pueda serlo Dios, pero en modo alguno será la misericordia de Dios (que es lo que confiesa el cristianismo). Donde partimos de una idea de Dios —y partimos de ahí donde nos atrevemos a decir lo que Dios es, aunque sea a tientas—, la encarnación solo podrá entenderse a la platónica, esto es, como ejemplificación —por no decir como copia imperfecta. A muchos esto les parecerá secundario, si no irrelevante. Pero no es lo mismo creer que hay Dios y que este posee una esencia, sea cual sea, que existir ante un Dios cuyo modo de ser se encontró, nunca mejor dicho, en el aire. El cristianismo, aunque en un primer momento nos lo pueda parecer, no proporciona una nueva descripción definitida para la palabra Dios —no sustituye, por ejemplo, la ira por la compasión—, sino que altera, y significativamente, qué se entiende por Dios (o mejor dicho, que supone estar ante Dios). Y esto es así porque Getsemaní deja atrás cuanto pudiéramos decir religiosamente acerca de la naturaleza de Dios. Sencillamente, en la pasión del crucificado, Dios se revela como el absolutamente otro que no es nadie sin el fiat del hombre —y no lo es porque no quiso ser Dios sin ese fiat. La cruz hace patente la crisis de Dios, la que dio pie, precisamente, al inicio de la historia. Es por eso que en el Gólgota Dios se hace presente como aquel que cuelga de un madero como un apestado de Dios. Y esto equivale a proclamar que Jesús no fue un representante de Dios, sino su esencia o modo de ser. Que Dios se encarne significa, por tanto, que la realidad de Dios tiene lugar en el centro de la historia —y tiene lugar como carne. Y de ahí a la dogmática trinitaria media un paso. Pues entenderla supone entender que no hay Padre sin Hijo. Y viceversa. Sin duda, en muchas cabezas cristianas la encarnación se comprende a la platónica. Como si el Padre fuese por un lado y el Hijo por otro, esto es, como si la filiación fuese tan solo cuestión de participación. Pero este es otro asunto.
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