una de fantasmas
junio 18, 2021 § Deja un comentario
El alma de los muertos, según la antigua creencia, habita en el sheol, algo así como una tierra de nadie —o como el no-lugar de los nadie. El alma, por tanto, sobrevive como un espectro de lo que fue —como lamento en la oscuridad. Algo parecido podríamos decir de Dios tras el desprecio con Adán. De ahí que Dios sea, en sí mismo, un fantasma que clama por volver a la carne. O mejor, un fantasma que dejó de serlo una vez fue abrazado por el cuerpo de aquel que fue crucificado en su nombre. En este sentido, podríamos decir que la resurrección, a menos que se entienda como una operación ex machina, afectó tanto al hombre como a Dios.
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