fe y liderazgo

julio 31, 2021 § Deja un comentario

¿Transmitir la fe como verdades en las que creer… porque nos elevan por encima de lo prosaico? ¿Es cierto que, ante la crisis, tan solo se trata de encontrar otros métodos? No sé… ¿Es que hemos olvidado que únicamente llegamos a la fe, de llegar, a través del contagio, seducidos por la fuerza de quienes la encarnan, aquellos que hicieron de la última palabra —o mejor dicho, del silencio más elocuente— un cuerpo? Y su fuerza ¿acaso no tendrá que ver con que regresaron con vida del infierno, aquella que ofrecen, precisamente, a los que aún estamos muertos? ¿Es posible creer sin haber sido convocados por un hombre de Dios? ¿De qué fe hablamos donde no hay seguimiento? Si Jesús de Nazaret no hubiera sido el que fue, un hombre que, ocupando el lugar de Dios, consiguió arrastrar voluntades hacia el final del mundo —“no puedo soportar que tantos vivan como perros”—, quienes proclamaron su resurrección, y ello al margen de cómo podamos entenderla hoy en día, no habrían hecho mucho más que anunciar un fenómeno paranormal.

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