Steiner y Platón
agosto 11, 2021 § Deja un comentario
Dijo George Steiner que es incomprensible, por no decir escandaloso, que la Shoa fuese ejecutada por quienes habían sido educados por —y no solo en— Bach, Mozart, Schubert… ¿Cómo pudieron hacerse compatibles la sensibilidad más exquisita y la barbarie? Aquí podríamos jugar con las definiciones. De este modo, podríamos argumentar que, en realidad, la instrucción no fue verdadera: la bestia no fue domesticada (creo que está fue la vía elegida por Hannah Arendt). No hubo transformación, sino acaso únicamente snobismo. Pero jugar con las definiciones sería caer en lo tautológico, si no un zanjar la cuestión antes de tiempo. Las preguntas de fondo son, de hecho, más inquietantes. ¿Es posible, por ejemplo, que la barbarie sea, precisamente, el resultado de la elevación? Si una vida reflexionada posee más valor que una sin reflexionar, como escribió Platón hacie el final de su Apología, quien se ha distanciado lo suficiente de sí mismo ¿acaso no terminará viendo a las mujeres y hombres del móntón como chimpancés —como reos de su circunstancia—? Es ingenuo dar por descontado que somos iguales (y no solo ante la ley). De ahí que afirmar una igualdad por defecto suponga caer en lo ideológico. Al menos, porque la ideología —la opinión— enmascara, bajo el manto de lo indiscutible, lo que resulta obvio para quien sepa verlo. Hace falta un Dios que brilla por su ausencia, como decía la Weil, para que caigamos en la cuenta de que únicamente ante este Dios cabe proclamar que, a pesar de las apariencias, el noble y el esclavo se encuentran en la misma línea. Como si la fraternidad tan solo pudiera revelársenos desde una común orfandad.
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