no hay cielos (aunque tampoco infiernos)
octubre 6, 2021 § 1 comentario
De habitar un mundo perfecto —un paraíso— no podríamos evitar la sensación de que nos hallamos en un mundo irreal o fantasmagórico. Como si estuviéramos en un sueño.Pues donde hay luz, hay oscuridad (y no hay que ser un Heráclito para darse cuent). Donde todo fuese luz, sencillamente no habría luz. Ergo, no pueden haber cielos que valgan. Pues, se supone que en los cielos no cabe la oscuridad. En este sentido, quizá no sea casual que la esperanza bíblica apunte a una nueva humanidad, aquí en la tierra, y no a un más allá de espectros puros. Por no hablar de que, según el cristianismo, incluso en los cielos, de haberlos, Dios, como tal, seguiría estando por ver.
Frédéric Beigbeder ya describió en su excelente libro «13,99 euros» la imposibilidad radical del paraíso.
El hombre es dialéctico desde la médula. Solo tras la oscuridad tiene sentido la luz, solo lo tiene el día tras la noche y solo la gloria tras el sufrimiento. Por eso en el paraíso que describe Beigbeder, donde los hombres ríen, comen, beben y copulan hasta el hartazgo llega el momento en que todos terminan por hacerse la pregunta final: «Qué más?», que no es sino otra forma de preguntar «Qué sentido tiene todo esto?»
Y como se hallan en el paraíso, donde si hay algo que no se da es el sentido (puesto que ya no hay progreso posible), toman la única decisión posible: suicidarse.