haciendo niños
mayo 29, 2022 § 1 comentario
En la enseñanza, se observa desde hace unos cuantos años una tendencia a la infantilización, por así decirlo. El dato es que los adolescentes tienen muy poca resistencia a la frustación —y de paso, sus padres. Por lo común, creen que tienen derecho a lo mejor —léase a la mejor nota— sin haber pagado el precio. Difícilmente pueden tolerar que el profe les diga que, de momento, no están a la altura —que su ejercicio es mediocre. La respuesta de los pedagogos oficiales es bajar el listón. Como si el objetivo fuera, a pesar de lo que se proclama, evitar la frustación. Pero esto, sencillamente, no es serio. Aprender no es fácil. Hay que picar piedra. Ciertamente, no se trata simplemente de seleccionar. Hay que ayudar al alumno a ponerse en pie. Pero esto no se consigue si él no quiere. Y hoy en día es complicado que quiera. Pues todo a su alrededor le invita a la distracción —a una gratificación inmediata. Por no hablar de que creer que son el centro. La cuestión es qué debe hacer una escuela ante la dimisión de una buena parte del alumnado. Una escuela es, en gran medida, un clima. Y da la impresión de que los vientos actuales provocarán, si no lo han provocado ya, un cambio climático. Donde no hacer nada sale prácticamente gratis, aprobar ya no significa nada. Resultado: los chicos y chicas siguen siendo unos niños en una edad en la que deberían dejar de serlo. Es lo que tiene ceder ante el malcriado —el que le demos nutella en vez de verdura… porque nos monta un pollo cada vez que ve una zanahoria en el plato.
Completamente de acuerdo. Muy buen comentario.