dos por uno

diciembre 10, 2022 § Deja un comentario

No hay gesto que sea químicamente puro. Las caricias de los amantes son un juego preliminar. Pero también se bastan a sí mismas. Por eso hay un tiempo para cada cosa y una cosa para cada tiempo. Si los preliminares se prolongasen en exceso, dejarían de ser preliminares. La cosa pasaría a ser anómala. La cuestión es quién decide los tiempos. Pues acaso el poder consista en gran medida en un dominio sobre la duración. Sin embargo, en el juego de la relaciónes nuestra libertad depende de que no sepamos quién es ese quién —que nos trascienda a la manera de un espectro. Esto es, que las cosas sucedan conforme a una lógica impersonal. El resto es perversión. De ahí que podamos entender la perversión como el envés de una voluntad de dominio. Y de ahí también que el perverso siempre esté solo.

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