orgullo
marzo 31, 2023 § 1 comentario
La hybris griega pasa por enfrentarse a lo gigantesco. En esto consiste el heroísmo: en desafiar el poder de un dios (y aquí siempre tenemos las de perder; aunque sea de pie). La hybris de Israel, en cambio, es distinta: aquí el héroe no se enfrenta a una fuerza devastadora, sino al mandato del padre. Adán, sencillamente, eligió la desobediencia. La retirada de Dios fue el daño colateral. Es lo propio de un Dios que, a diferencia de los dioses, no quiso ser alguien sin la adhesión de su criatura. Así, tras caída, la presencia de Dios tan solo podrá asegurarse políticamente —y por eso mismo, en falso. Basta con que, con la Modernidad, caigan las teocracias y sus variantes para que nos quedemos con la ignotum X (y de ahí al olvido de Dios media un paso). La crisis contemporánea de la figura del padre acaso no sea mucho más que el reflejo doméstico de una revolución política. En cualquier caso, ¿qué fe podrán tener quienes sepultaron a papá? Y es posible que la respuesta nos permita comprender un poco mejor el alcance del cristianismo. Pues, donde el Padre guarda silencio porque el hombre le tapó la boca, únicamente el Hijo es capaz de devolvernos su palabra. Tan solo porque el crucificado tuvo fe donde no cabía ninguna fe puede el hombre volver a creer. Quien supone que cabe confiar en Dios al margen del Gólgota debería leer a Feuerbach. O a Nietzsche.
donde dices «es posible que la respuesta nos permita comprender un poco mejor el alcance del cristianismo», algunos contestaron :
ser orgulloso es olvidar que se es Dios…