cultura e inteligibilidad
abril 14, 2023 § 2 comentarios
El otro día, en una entrevista radiofónica, me preguntaron, y a propósito de un fragmento de Anatomía del cristianismo, qué significaba decir que el hombre no puede soportar demasiada realidad . Quien me entrevistaba dio a entender que la frase era confusa, a la vez que expresaba —o eso me pareció— un cierta displicencia. De hecho, se trata de un cita implícita de un verso de Eliot (de sus Four Quartets)… una cita que no pasa desapercibida para los que poseen una mínima cultura (o para aquellos que hayan vivido lo suficiente). El problema de nuestros tiempos —o uno de ellos— es que nos hemos vuelto incapaces de comprender los textos que van más allá de la crónica deportiva o los ecos de sociedad. Esto es, incapaces de comprender a los clásicos (y por extensión a nosotros mismos). El problema, sin embargo, se acentúa cuando nos atrevemos a despreciar lo que no acaba de encajar en el estrecho campo de visión de nuestras orejeras. Es lo que tiene confundir la realidad con el supermarket. O el de creer, como eternos adolescentes, que todo gira a nuestro alrededor —que ya hemos llegado cuando apenas hemos salido del puerto. Quizá sea inevitable. En cualquier caso, leer honestamente supone preguntarle al autor qué has visto tú que nosotros aún no. Pues un autor —y a diferencia de quien únicamente escribe libros— es, en definitiva, aquel que nos autorizará a hablar. Y hoy estamos lejos de aceptarlo.
El síntoma es que Eliot se haya vuelto un autor difícil —y por eso mismo, menospreciable. Ciertamente, lo es. Pero no porque lo que dice sea críptico, aunque en un primer momento nos lo pueda parecer —de hecho, no se lo parecerá a quien sepa ver en sus versos las innumerables citas implícitas que contienen—, sino porque difícilmente admitiremos lo que quiso transmitirnos. Lo dicho: no podemos soportar demasiada realidad. Ningún autor escribe libros para decir obviedades.
Es cierto que los mass media —los tiempos de una entrevista— solo admiten lo que pueda entender cualquiera sin esfuerzo. Pero al igual que es cierto que lo que pueda entender cualquiera sin esfuerzo es, por lo común, irrelevante. Decía Ortega que la claridad es la cortesía del filósofo. Y esto es, de algún modo, así. Sin embargo, podríamos perfectamente añadir que la claridad es la excusa de quienes no tienen nada que decir (y esta es una cita de Bertrand Russell). Entre la cortesía y el no querer excusarse anda la cosa.
Gracias por tus comentarios.
Me gustaría añadir: «Lo queremos todo y ya». Se han unido dos tendencias, la aceleración y el menosprecio del esfuerzo, que socavan nuestra cultura. Si a ello añadimos las facilidades tecnológicas (IA y demás zarandajas) ya tenemos servida la tormenta perfecta que, en cualquier momento, puede descargar sobre nuestras cabezas. En mi caso, ni tan siquiera me sirve el «yo ya no lo veré», me temo que lo veré y lo sufriré.
Molt bo (suggeridor) el darrer paràgraf.